miércoles, agosto 19, 2015

LA HUELLA DEL HOMBRE

De izquierda a derecha, John Jaime Correa, director de la maestría en historia de la Universidad Tecnológica de Pereira;  el historiador Alexander Betancur Mendieta; el alcalde de Cartago, Álvaro Carrillo, y el historiador Renzo Ramírez Bacca. (Foto: AM Medios).
Ecos del Encuentro de las Ciudades Robledanas
CARTAGO Y SU ARCHIVO

Por Alonso Molina Corrales

El miércoles 12 de agosto pasado, el auditorio de la Casa del Virrey en Cartago se llenó con personas de todas las condiciones, interesadas por lo que pudieran decir sobre la historia regional, los investigadores Renzo Ramírez Bacca y Alexander Betancur Mendieta, invitados especiales al evento de cierre del “Encuentro de las Ciudades Robledanas”, en el marco de la conmemoración de los 475 años de fundación de la población norte vallecaucana.

Era una feliz coincidencia hablar de historia regional en la Casa del Virrey, donde se aloja el importante archivo histórico de Cartago, receptáculo de los documentos que dan cuenta de un devenir rico e inexplorado; testimonios de un pasado que no aparece en la mayoria de los radares de la actual historiografía nacional.

Alexander Betancur Mendieta lo dijo coloquialmente, cuando inició su charla, al reconocer que a pesar de haber crecido en la región –vivió en Dosquebradas- y haber sido profesor universitario en Pereira, nunca visitó la Casa del Virrey y mucho menos el archivo.

A partir de ahí, su disquisición se orientó a señalar el reto ineludible de conocer nuestro pasado y la lección poderosa que subyace en él; al entender que nada es eterno, que todo cambia y que el presente nuestro es muy diferente, si se compara con lo pretérito y muy seguramente con lo que será el futuro.

Entender, por ejemplo, que el Cartago de hoy es uno, pero en el pasado su papel fue diverso; gracias a la tarea de contestar preguntas tales como para qué la fundaron, por qué se traslado, qué pasó con sus gentes, de qué vivían aquellas; por qué siendo tan vieja, otras ciudades más jóvenes obstentan una mayor jerarquía urbana. Saber, por ejemplo, cómo sobrevivieron Cartago y las demás poblaciones, nacidas de la actividad fundadora de los Conquistadores, a las mutaciones político administrativas impulsadas por los Borbones y que trajeron consigo los “gateos” republicanos y a los ciclos ecónómicos, que juntos determinaron períodos de esplendor y decadencia.

Lo anterior; que se puede denominar el carácter histórico de las ciudades y de las demás invenciones que humanas; el tener consciencia que nada es eterno; dijo Betancur Mendieta, es muy útil, pues reduce a las proporciones justas la guerra y los conflictos de todo tipo, en un momento donde Colombia busca la paz.

Coincidiendo con Betancur, Renzo Ramírez Bacca, resaltó el valor histórico de Cartago y de su archivo histórico, y agregó que no parece valorado en la misma forma por la academía, por estar la ciudad y su devenir, en los límites historiográficos entre el Valle del Cauca y el centro occidente de Colombia. Lo que algunos llaman el eje cafetero o también la región caldense.

La más evidente manifestación de esa circunstancia, es que en la actualidad se reduce Cartago a lo que es hoy y a su papel dentro del actual sistema de jerarquías urbanas. Lo cierto, dijo Renzo Ramírez Bacca, es que Cartago tiene una historia que va más allá de su inclusión dentro del departamento del Valle del Cauca.

Centro de abastecimiento, fundación hispánica, punto de acopio de la actividad minera, enclave militar, puerta hacia la Montaña del Quindío, capital esclavista y frente de frontera, son los papeles jugados por Cartago a lo largo de su historia y recogidos en los documentos que reposan en su archivo y en los de Popayán, Bogotá, Buga y Cali. Por eso, la importancia de la urbe en el actual quehacer historiográfico es relevante. Allí está uno de los más importantes archivos de la región y quizas el único capaz de ser útil para los investigadores, gracias al esfuerzo de las administraciones públicas municipales y en especial, al oficio de hormiga de Betty Valencia, su directora.

Ese valor lo han entendido la comunidad de historiadores y aficionados que se nuclean alrededor de la maestría de historia de la Universidad Tecnológica de Pereira y de la Academia Pereirana de Historia, que trabajan con el archivo de Cartago, en iniciativas como el Encuentro de las Ciudades Robledanas y acuden siempre a las convocatorias que se hacen desde la Casa del Virrey.

Por eso, parece apenas lógico que el archivo de Cartago sea estratégico para que la Maestría de Historia de la Universidad Tecnólogica de Pereira o cualquier otro programa de historia o de ciencias sociales, pueda fundar una tradición investigativa sólida orientada hacia la historia regional; mientras Risaralda y su capital den el paso de crear también el suyo.


Bien por estos importantes pasos.

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