EL ESPEJISMO DE LA POPULARIDAD
Por Alonso Molina Corrales
Siempre que converso con mis amigos liberales, el tema recurrente es la capacidad del Presidente Uribe para puntear en las encuestas, pese a la atmósfera de ilegitimidad que rodea su mandato. Mucha sorpresa genera el hecho de que las más ardorosas manifestaciones de respaldo vengan de la clase trabajadora, de los empleados condenados a ganar escasamente un salario mínimo si tienen suerte o a rebuscarse la vida en las calles. Los mismos que fueron vulnerados cuando se amplió la jornada laboral, para relevar a los empleadores del pago de los recargos nocturnos y que ni ahora ni antes se han beneficiado de la llamada seguridad democrática, pues son proletarios; aquellos que tampoco han aumentado la ínfima ración de proteínas que dan a sus hijos diariamente.
Lo anterior es posible gracias a la conspiración mediática que hipnotiza a un pueblo anestesiado por las telenovelas y las secciones de farándula de los noticieros y que ha desplazado los espacios de opinión a la media noche. Una conjura donde sin ningún rubor, ni análisis, los respetables directores de medios se suman al panegírico y dedican largas horas de sus espacios radiales a formular el cuestionario oficial, que el Presidente de la República contesta con acento patriarcal. Si, una especie de concierto maligno para embotar los sentidos y adormilar la crítica de los cultos e iletrados sin distingo, y que utiliza la mentira y la manipulación para mantener a Uribe Vélez por encima de las sinuosidades de su propio juego de poder.
Así ocurrió el fin de semana anterior. Colprensa, la llamada Agencia Nacional de Noticias, despachó una nota el sábado 26 de abril con el siguiente titular: “Doce mil quinientos concejales respaldan al Presidente Uribe”. En la misma, se daba cuenta de que la Federación Nacional de Concejales Fenacon, en nombre del número de dignatarios señalado en el encabezamiento, apoyaba la gestión del mandatario, con ocasión de un encuentro de la agremiación realizado en Cali, con la asistencia de un poco menos de mil cabildantes. El Tiempo también dio cuenta del hecho en su columna de noticias breves de la política, teniendo la precaución de encomillar la parte referente a que el respaldo se hacía en representación de la totalidad de ediles de Colombia.
Al preguntarle a un colega que tuvo la oportunidad de asistir, sobre lo sucedido en la capital del Valle del Cauca, me explicó que el respaldo había sido leído y aprobado casi al final del encuentro, al mejor estilo del pupitrazo y aprovechando la euforia de los asistentes por algunos anuncios de Uribe Vélez, en el sentido de mejorar en algo las condiciones de vida, por cierto precarias, de la mayoría de los concejales del país.
La declaración es digna de los más entusiastas uribistas, pero lejos está de interpretar el sentir de más de doce mil concejales, pues ese número no asistió al certamen, ni los presentes llevaban representación alguna en materia política. Si así hubiera sido, las mayorías liberales en los concejos del país se hubieran hecho sentir y quizás un texto muy diferente se habría aprobado.
Lo importante, es que el hecho ilustra como funciona la máquina con la cual el régimen de Uribe Vélez se mantiene con altos niveles de popularidad. Fabrica hechos para generar sensaciones, como pasó en este caso, y para ocultar o minimizar coyunturas adversas. Imagínense el valor de un titular como el de Colprensa, a final de la dura semana en que cantó Yidis Medina y cayó preso el primo del ejecutivo, el exsenador Mario Uribe Escobar.
Como dijo Joseph Goebbels: “una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad".