jueves, octubre 09, 2008

Desde Las Termópilas

CONTRA LA VIOLENCIA: SOLIDARIDAD Y DISCIPLINA SOCIAL

Por Alonso Molina Corrales

Resulta paradójico que, justo cuando el editorialista de LA TARDE (edición del 9 de octubre de 2008) resalta el esfuerzo que han hecho los gobiernos departamental y local y la Policía Nacional, para dotar a Pereira de los dispositivos que garanticen la preservación de ese bien supremo que es la seguridad, se conozca el deterioro de los indicadores relacionados con homicidios en la capital de Risaralda. Según el reporte de prensa, un incremento del 20% registraron las muertes violentas en la ciudad en los primeros nueve meses de 2008. Mientras que los casos en lo corrido de este año llegaron a 313, durante el mismo período de 2007, la cifra alcanzó los 261.

Y digo que es paradójico, porque lo reseñado como positivo por el editorial de LA TARDE no es equivocado. Está funcionando el 1, 2, 3, las cámaras de vídeo en las calles sirven para judicializar delincuentes y el pie de fuerza se ha incrementado, al tiempo que el tema de la seguridad es la prioridad del Alcalde Israel Alberto Londoño.

Entonces, ¿qué pasa?

El derecho a la vida se vulnera en una magnitud, que ubica a nuestra ciudad entre las más inseguras del país; mientras vemos como las autoridades de policía se esfuerzan en atribuir el fenómeno, a la lucha que por el control del mercado de la droga enfrentan diversas organizaciones del hampa, como si la veracidad de esa afirmación nos pudiera relevar de la obligación de enfrentar con seriedad la problemática desde la óptica local.

Sin poner en duda el carácter de campo de batalla que tiene Pereira en la guerra del narcotráfico y sin olvidar el agudo deterioro social, que alienta el permanente reclutamiento de jóvenes desesperanzados por las diferentes fuerzas ilegales en pugna, es necesario también revisar otras cifras que amplían la visión del tema.

Según la Policía de Risaralda, en lo que va corrido del presente año, 43 mujeres perdieron la vida durante hechos violentos en el Departamento, lo que representa un incremento del 10% en comparación con el mismo período de 2007, cuando la cifra llegó a 30. Pereira es la población con mayor número de mujeres ultimadas en 2008 con 23 casos, que confrontados con los 17 del 2007, arrojan un incremento del 35%. En la mayoría de los casos, las causas de los decesos se atribuyeron a violencia intrafamiliar e intolerancia.

Con lo anterior, vemos que un significativo porcentaje de los homicidios en Pereira no son una consecuencia directa de la guerra de las mafias y que por tanto, es necesario que las autoridades competentes y todos los estamentos sociales emprendamos una reflexión que nos lleve a preguntarnos sobre el trasfondo social de esta violencia sin banderas – no impactada por la Seguridad Democrática del Presidente Uribe - y sobre el papel que frente a fenómenos como la delincuencia organizada y el deterioro de las relaciones interpersonales y familiares, deben jugar las autoridades municipales. De lo contrario, ningún esfuerzo se verá recompensado.

No basta con asegurar que los homicidios se deben a variables difíciles de intervenir desde el ámbito local. Un permanente control de las calles por parte de la fuerza pública, una inteligencia policial dedicada a madrugarle a la delincuencia en todo lo que tenga que ver con sus negocios y sus conflictos y un sistema georeferenciado de información para construir una verdadera política pública criminal, son acciones que se pueden liderar por parte de las autoridades, con el apoyo de la sociedad civil. Simultáneamente, al quehacer violento y corruptor del hampa organizada, se debe enfrentar una política orientada a brindarles alternativas de vida a los jóvenes que hoy se convierten en “gatilleros” de la mafia o verdugos de sus propios familiares, amigos y vecinos.

Una vez más, la solidaridad sumada a la responsabilidad y a la disciplina social es la formula que aparece señalando el camino.

jueves, octubre 02, 2008

Desde Las Termópilas

¿POR QUÉ MEGABUS DEBE ESTAR INCLUIDO EN LAS OBRAS DEL SESQUICENTENARIO?

Por Alonso Molina Corrales

Aprovechar la celebración del Sesquicentenario de Pereira, para incluir en el paquete de obras propuesto para la efeméride, aquellas que impliquen ajustar el actual Sistema de Transporte Masivo Megabus como verdadera columna vertebral del futuro desarrollo urbano de la capital de Risaralda, es una gran oportunidad, que también debe servir para dimensionar sus futuros desarrollos, con el criterio de que contribuyan a la construcción de una mejor ciudad en términos de más velocidad, más capacidad transportadora, más espacio público, más zonas verdes y más aire puro. Es decir, más bicicletas y caminantes.

Para nadie es un secreto que la forma como debió planearse y ejecutarse el mencionado proyecto, debido a las exigencias del Gobierno Nacional como socio mayoritario y las limitaciones presupuestales del municipio, generaron una especie de choque entre lo que esperaba la ciudadanía de Megabus y lo que en un principio se ha ofrecido, amen de los impactos negativos iniciales generados por éste en la movilidad de los usuarios del transporte público – deterioro de las frecuencias y tiempos y desaparición de rutas – y reducción de la malla vial dispuesta para el uso y goce de los propietarios de vehículos particulares.

Tampoco se le escapa a nadie, que con todo lo criticable que pueda tener Megabus en esta primera etapa, es hoy por hoy una de las más importantes obras públicas, que pone a la ciudad como pionera a nivel nacional y le aporta una herramienta crucial para su desarrollo urbano, si logramos que lo hasta hoy construido se convierta; gracias a ciertas intervenciones físicas y procesos de animación cultural dirigidos a generar autorregulación ciudadana; en la columna vertebral alrededor de la cual la ciudad se transforme y se haga disfrutable para todos sus habitantes. Ese mismo criterio deberá instruir la proyección, ejecución y operación de los nuevos ramales que, según la evolución de la operación comercial y financiera, deberán construirse en la calle 17 y las avenidas de las Américas y del Río.

Entrar a solucionar conflictos como los que afectan la movilidad en las avenidas 30 de Agosto y del Ferrocarril; con puentes o semáforos peatonales y calzadas de servicio, por ejemplo; y la ejecución de las intercepciones requeridas para articular el sistema en consideración a las necesidades de la ciudad y no de los intereses del Ministerio del Transporte, podrían ser algunas de las obras físicas pertinentes.

Lograr lo anterior implica recursos que, en condiciones normales, no se encuentran a la vuelta de la esquina. Por eso se debe aprovechar la celebración del cumpleaños ciento cincuenta de Pereira, pues ese tipo de celebraciones deben ser aprovechadas para garantizar la ejecución de aquellos proyectos estratégicos, que siempre ceden espacio ante los más urgentes.

En carta dirigida al Alcalde Israel Alberto Londoño Londoño, le señalé que era un acierto mirar nuevamente a los ríos Otún y Consota, como verdaderos hitos articuladores del futuro desarrollo urbano de Pereira, como también lo son las cuencas de Megabus; realidades físicas que de acuerdo a su manejo, podrían ser articuladores citadinos o barreras que dividan a Pereira, como en un momento dijeron que lo eran la línea del Ferrocarril de Caldas y la propia avenida que ocupó su lugar.

Una vez más invito al debate.