martes, julio 13, 2010

Gratitud por solidaridad de los pereiranos


EXEQUIAS DE PERIODISTA
MARTHA LEONOR RAMÍREZ
Las exequias de la periodista Martha Leonor Ramírez Beltrán se llevarán a cabo hoy a las 3 p.m. en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen en el sector de San José, anunciaron voceros de su familia.
Al lamentar el deceso de la periodista Martha Leonor Ramírez Beltrán, su esposo, el concejal de Pereira Alonso Molina Corrales, dijo que “nunca hubo amor más grande” y agradeció la solidaridad y el cariño manifestado por los amigos, parientes, diversos estamentos sociales y las autoridades, “…durante todo el tiempo en que Marthica y sus allegados afrontamos esta dura prueba durante tres largos años”.
La periodista Martha Leonor Ramírez Beltrán falleció en las horas de la tarde de ayer lunes 12 de julio de 2010 en su residencia, rodeada del cariño y las oraciones de sus parientes más cercanos.



jueves, julio 08, 2010

Colombia 200 años

CONTEXTO Y PRETEXTO

Por Alonso Molina Corrales
Conmemoramos el 20 de julio próximo, los doscientos años de la revuelta que en Santa Fe de Bogotá, capital del entonces Virreinato del Nuevo Reino de Granada, dio inicio a la lucha por la independencia del territorio que hoy es Colombia.
Para 1810, esta esquina de Suramérica era parte del imperio colonial español, que enfrentaba una guerra contra Napoleón Bonaparte, quien había puesto a su hermano José como rey de España, luego de obligar a Carlos IV a abdicar a favor de su hijo Fernando VII y destronar a éste último.
El vacío de poder fue aprovechado por la mayoría de las colonias españolas en América para constituir juntas de gobierno, que aunque en un principio se declararon sometidas a Fernando VII, buscaban el acceso de los criollos a la dirección de los asuntos públicos, reservada hasta entonces a los peninsulares, que gobernaban como verdaderos déspotas para mantener a los súbditos de ultramar en el más completo estado de atraso e ignorancia.
Los habitantes de la Colombia de entonces no fueron la excepción; pero es la revuelta de Santa Fe de Bogotá, ocurrida el viernes 20 de julio de 1810, día de mercado para más señas, la que marca para la historiografía oficial nacional, el comienzo de la gesta que llevó al rompimiento de las cadenas que nos sujetaban al imperio español.
Al repasar la fecha, son muchas las preguntas que se agolpan en mi mente de aficionado a la historia patria y observador de los fenómenos relacionados con la conquista y el ejercicio del poder.
¿Por qué es el del 20 de julio de 1810 el hecho que se señala como el punto de partida de nuestra gesta libertadora? ¿Cómo podemos celebrar los pereiranos un acontecimiento que en apariencia nada tuvo que ver con nuestra urbe, fundada cincuenta y tres años después? ¿Cuál fue el papel de las provincias en el inicio de la revolución? Los anteriores son interrogantes que contribuyen a bosquejar el contexto de la revuelta y su influjo en la posterior construcción del Estado-Nación que hoy pretende ser Colombia.
En paralelo, la celebración es un pretexto para continuar preguntándonos sobre lo que hoy somos y lo que podemos ser en el futuro. Ahí van algunos de los planteamientos de mi cuestionario: ¿Los ideales que inspiraron la lucha iniciada el 20 de julio de 1810, qué tan vigentes son hoy en día? ¿En la actualidad son válidas las razones que convirtieron a Bogotá en el centro único de impulsión política de la república? ¿Será que el mismo espíritu que la convirtió en capital del Estado surgido con la revolución, es el que ha impedido el reordenamiento del territorio dispuesto por la actual Constitución Política? ¿Qué acogida tiene en las actuales generaciones el discurso político y axiológico de la historiografía oficial?
Doscientos años después, Colombia aún transita el dédalo de su paradójica existencia. Estremecida por cruentas convulsiones, parece increíble que mantenga su identidad y cohesión. Mientras cantamos su nombre y nos enorgullecemos del talento de nuestros más destacados compatriotas, padecemos dolores de patria al comprobar los niveles de crueldad al que pueden llegar otros tantos al servicio de los más ambiciosos y desvergonzados paisanos.
Lo anterior son realidades que no pueden ocultar los panegíricos, ni las ofrendas florales, ni las bandas marciales y por esa razón, el Bicentenario del Grito de Independencia es un contexto útil para preguntarnos por nosotros mismos, los colombianos del tercer milenio. Sin duda, es el mejor de los pretextos.