sábado, septiembre 27, 2008

Nota del Editor

Después de un receso obligado por asuntos domésticos, vuelvo a poner en circulación este medio de comunicación y diálogo, que para esta ocasión da cuenta de un mes de septiembre bastante propósitivo en temas de ciudad, como consecuencia del inicio de los trabajos preparatorios de la celebración de los ciento cincuenta años de fundación de Pereira y la conmemoración del centenario del nacimiento del Maestro Luís Carlos González Mejía.
"Desde Las Termópilas" se hicieron importantes aportes en ese sentido y por eso se incluyen esas columnas, así como los discursos que ofrecieron el diputado Ernesto Zuluaga Ramírez y el concejal Alonso Molina Corrales, durante las sesiones solemnes que sus corporaciones públicas convocaron en honor a la memoria del poeta de la tierra.
Por su parte y con el objeto de contribuir a la organización del sesquicentenario, Molina Corrales lanzó un par de propuestas, a través de carta dirigida al Alcalde de Pereira Israel Alberto Londoño. Se incluye el comunicado.
Volvemos a la web para que sigamos conversando.
El Editor

Propuestas para la ciudad

Plantea Concejal Molina Corrales:
INCLUIR EN PROYECTO DEL SESQUICENTENARIO, OBRAS PARA MEGABUS Y CONCURSO SOBRE HISTORIA DE LOS ÚLTIMOS 50 AÑOS DE PEREIRA

Sendas propuestas para ser incluidas en el proyecto de celebración del Sesquicentenario de la ciudad, presentó el concejal liberal Alonso Molina Corrales, que comprenden obras para Megabus como otro eje estructurante del desarrollo urbano y la convocatoria a un gran concurso nacional e internacional que recoja la historia de Pereira de los últimos cincuenta años.
En misiva enviada al alcalde de Pereira, Israel Alberto Londoño Londoño, el cabildante precisó que “…Megabus debe ser incorporado a la forma de imaginar la ciudad, de manera tal que su actual presencia y su futuro crecimiento, sean una oportunidad de promover desarrollo y sostenibilidad urbana, a través de intervenciones físicas que conviertan la infraestructura existente en lo que debió ser desde un principio –el proyecto precursor de la Pereira del siglo XXI-, y los planteados ramales de la calle 17 y de las Avenidas del Río y de las Américas, en las iniciativas orientadas a ganar más tiempo y espacio para el goce de sus habitantes”.
En cuanto a la segunda propuesta el señor Molina Corrales precisó que el Sesquicentenario es una buena oportunidad para revisar la historia de Pereira y sobre todo, dar cuenta desde las ciencias sociales del desarrollo de la urbe en los últimos cincuenta años. “Por eso propongo convocar a un gran concurso nacional e internacional sobre este tema, bajo la coordinación de una institución experta en la materia y con jurados de reconocimiento en el mundo académico latinoamericano”, anotó.
Se deberá premiar la historia de Pereira que registre en forma científica, pero con lenguaje asequible para todo tipo de personas, el devenir de la urbe en lo económico, lo político, lo social, lo étnico; con especial énfasis en los últimos cincuenta años y en fenómenos como las ciudadelas Cuba y Villasantana, la conurbación con Dosquebradas, la metropolización de sus relaciones con otros vecinos y su interacción y peso específico dentro del concierto nacional.
La convocatoria podría hacerse a mediados de 2009, con plazo para la entrega de trabajos en diciembre de 2010 y publicación de la obra en el mismo mes del año siguiente.

Centenario del Nacimiento del Poeta Luís Carlos González

Colombia, Risaralda y su capital conmemoraron el pasado viernes 26 de septiembre, el centenario del nacimiento del Maestro Luís Carlos González, con una serie de actividades entre las que se destacaron las sesiones solemnes del Concejo de Pereira y de la Asamblea Departamental.
Durante las mismas, los ponentes de las iniciativas que vincularon a los dos entes territoriales a la celebración de la efemeride, el concejal Alonso Molina Corrales y el diputado Ernesto Zuluaga Ramírez, pronunciaron sendos discursos que a continuación transcribimos:
LA NOSTALGIA PRESTADA Y EL MAESTRO LUÍS CARLOS
Por Alonso Molina Corrales
Me acontecen cosas que a veces parecen mágicas.

En alguna ocasión, en una crónica, vinculé mi llegada a Pereira con el deceso del Maestro Luís Carlos González, pues arribé a la ciudad por primera vez, cuando ésta lo despedía con aguacero y en medio de grandes expresiones de dolor.

Para ese momento, mi bohemia precoz me había facilitado algún conocimiento sobre el poeta y sus letras convertidas en bambucos y el ramal paisa de mi árbol familiar, tenía ubicado al maestro y su obra en el altar de sus afectos literarios, junto con Jorge Robledo Ortiz y Carlos Castro Saavedra.

El romance que la opinión pública tuvo con el presidente Belisario Betancurth al comienzo de su mandato, contribuyó a que la figura del maestro se visibilizara más allá de los círculos literarios y musicales, gracias al especial afecto que el mandatario le expresó en diversas ocasiones.

Yo, como buen consumidor mediático e interesado en los asuntos del poder, tomé atenta nota de esa relación, que de algún modo retrataba la personalidad del dirigente conservador.

Pero el antecedente más impactante tuvo que ver directamente con una canción que conocí en un momento muy especial de mi juventud bugueña. Empezaba a mostrarse el sol luego de una prolongada velada con aguardiente, canciones y poesía en la vieja cartuja de mi primo Hernán Mejía Arango, cuando alguien entonó acompañado por un tiple: “Cuando prendió la mañana candela sobre los cerros, te fuiste como la dicha que siempre se va en silencio…”, para que luego de una serie de estrofas nostálgicas culminara cantando: “cuando la luz de la tarde, se la roban los luceros y no queda en el rancho más que un montón de recuerdos, si pregunta el corazón, que cómo se escribe un verso, casi que grita tu nombre la mirada de mi perro”. Así conocí una de las más bellas letras de Luís Carlos González, Sin Palabras o los Ojos de mi Perro, que después inmortalizaría mi paisana Beatriz Arellano.

Luego de unos días, el anfitrión de esa tenida mágica me contó que leer la poesía del poeta pereirano y escuchar los bambucos compuestos gracias a su inspiración lírica, era algo litúrgico en su familia, por la admiración que su padre -un paisa de esos que tienen finca en el cielo y una tienda en el sol- le tenía a González y su obra y sobre todo, por la emoción que causaban en el alma de su progenitor, las estrofas de La Ruana.

Me contó con lágrimas en los ojos, que cuando éste agonizaba, víctima de un cáncer feroz, le dijo: Mijo, yo no quisiera morirme sin haber escuchado La Ruana. A lo que mi primo le contestó: No se preocupe papá, que no demoran en ponerla en la radio. Al poco tiempo, desde el pasillo que daba acceso a las habitaciones de la casa de la avenida Roosvelt, un trío empezó a interpretar el bambuco con música de José Macias y la letra inmortal de Luís Carlos González. Mi padre expiró tranquilo esa misma tarde, precisó mi primo.

Cuando llegué a Pereira esas eran las nociones que tenía sobre el Maestro. Una mezcla de información literaria y una experiencia vivencial que había impresionado mi alma joven, sin mucha comprensión, pues en últimas me parecía que todo lo que el poeta representaba era cosa de la cultura paisa; un compendio de creencias, historias y tradiciones un tanto lejanas para mí, a pesar de mi ascendencia antioqueña.

Solo fue cuando empecé a vivir a Pereira y a exponerme al irresistible encanto de su gente, que empecé a experimentar algo increíble y conmovedor, que yo he llamado la nostalgia prestada y que creo, es un fenómeno asociado con la transacción espiritual que hace el inmigrante con el medio que lo acoge con calidez.

Gracias a la obra de Luís Carlos González y al testimonio de personas cercanas a él, que luego me honraron con su amistad, hice un curso acelerado de pereiranismo, reforzado eso sí, con sesiones nocturnas en ese taller del alma que fue para varias generaciones el legendario Páramo de Eleazar Orrego; la misma tienda de esquina que recibía al poeta y sus amigos, en esa bohemia inocente de aquellos años que terminamos añorando sin haber vivido.

Me preguntaba el por qué de ese raro fenómeno, pues no entendía esa sensación de nostalgia agridulce por unas épocas que no fueron las mías y en una tierra donde no había nacido.

La búsqueda de una respuesta hizo que me encontrara cara a cara con una parte oculta de mi identidad, para reconocer mi ascendiente paisa, con toda su carga genética, como algo de trascendencia en mi forma de sentir, pensar y actuar.

Sobre todo, entendí que el vínculo con esa tradición de trabajo incansable de los antioqueños, era la angustia existencial que me impidió que sucumbiera ante los peligros del hedonismo y los ofrecimientos de los dueños del atajo. Estoy seguro, pudo más el arriero que le da perrero a mi alma y determinó que mi existencia fuera útil y plena, que los demonios que torcieron y frustraron las vidas de tantos de mis contemporáneos.

Ese encuentro con una parte de mi lo tuve gracias a lo que representa Luís Carlos González y tantos otros escritores y poetas que me introdujeron en esa especial forma de ver la vida que tienen los pereiranos y en esa disposición, ese aprestamiento a servir, a vincularse a lo común, a lo público, que los caracteriza y que también está presente en la vida y obra del poeta.

González Mejía fue un hombre cívico y puso al servicio de lo que el pensaba que debía ser Pereira, sus dotes líricas, su prestancia como periodista y su compromiso como activista.

Por eso él es uno de los forjadores de lo que yo he denominado la etapa heroica de la historia de la capital de Risaralda, no solo porque haya sido protagonista de las gestas cívicas que honran la historiografía local y refuerzan el especial discurso axiológico que de ella emana o porque haya hecho de textos inolvidables como Retocando Imágenes, un compendio de crónicas para la nostalgia prestada.

También porque fue un hombre crítico, que señalaba lo que no estaba bien, aún en verso. “Porque se volvió ciudad, murió mi pueblo pequeño, el de calles empedradas y amplios balcones al viento…”, decía el maestro, para luego enumerar las lacras que supone el crecimiento de la aldea de sus amores, en su “Maldita sea la ciudad”, bambuco que suena a denuncia en la voz de Lilian Salazar Chujfi, con el acompañamiento de la guitarra de Orlando Vásquez.

Luís Carlos González no fue el poeta lelo en sus abstracciones aéreas. Fue modelador de la época que le tocó vivir con intensidad, con esa intensidad propia de los pereiranos y que yo comparto como uno más de los que hemos sumado nuestra suerte a la de esta tierra bendita, que nos permitió trabajar y entender que el honor está en servir y en sentirse parte de algo que es superior a uno mismo, como lo es Pereira.

Por eso, cuando mi amigo, el periodista Luís Alberto Ruiz Peñuela, en nombre de la Fundación Luís Carlos González y a instancias del señor alcalde Israel Alberto Londoño, me pidió que impulsara el acuerdo por medio del cual el municipio de Pereira se vinculaba al centenario del nacimiento del poeta mayor, sentí otra vez la magia que acompaña algunos sucesos de mi vida. Sentí que de esa manera, se reconfirmaba esa condición de pereirano por convicción que me honra y me compromete y me lleva a agradecer en todo momento el hecho de haber venido a templar en esta tierra de promisión.

Mil gracias
IMPOSIBLE NO PONERLE MUSICA A LOS POEMAS DEL MAESTRO
Por Ernesto Zuluaga Ramírez
La Asamblea Departamental de Risaralda ha querido liderar el proceso de exaltar en su debida forma una efemérides asociada a quien representa sin ninguna duda un ícono en la cultura de nuestra ciudad y nuestro departamento: Los cien años del natalicio de LCG.

Él es el poeta de la raza, el de la historia, el de la pereiranidad. Así lo hemos apreciado y reconocido los que hacemos parte de esta tierra y de su desarrollo.

Es imposible separar a LCG de nuestro pasado. Van tan intimamente ligados, que evocar a cualquiera de los dos termina siendo igual.

Nuestros hijos y nietos y las futuras generaciones tendrán en los versos de LCG el mejor referente para recrear lo que fue la infancia de nuestra ciudad, para repasar las vivencias y las circunstancias que forjaron el carácter y la idiosincrasia de los pereiranos.

Particularmente, en mi caso, reconozco en el bardo al cultor del costumbrismo, al cantor sencillo y cristalino que encontraba siempre un verso para contar cada anécdota y cada hecho que sucedía en la pujante Pereira del siglo XX. Por su pluma desfilaron los sitios, los hechos, las personas y todo lo que sucedía en su entorno muy antioqueño de costumbres, y muy cafetero y campesino de vivencias. Pero por sobre todo, pereirano de sentimientos.

Nadie sintió mas suya la condición de hijo de esta tierra, ni ha expresado con mayor riqueza lo que significamos para el mundo. De LCG nacen nuestros apellidos: querendona, trasnochadora y morena.

La describió con adjetivos que están tallados indelebles a su historia. Fértil Pereira. Por derecho es pereirano todo al que a sus lares llega. Aquí no hay forasteros ni Pereira tiene puertas.

LCG abriga en sus versos los valores de nuestra raza, y nos deleita con descripciones muy exactas que recrean la adolescencia de esta ciudad.

Era imposible que el sentimiento de nuestras gentes y que sus músicos y cantantes no echaran mano de sus versos para cantarle nuestra tierra. A LCG lo asociamos irremediablemente con nuestra música. LCG es bambuco, es tiple y guitarra.

Pero pocos saben que jamás compuso una canción. Que no fue compositor. Que el papá de bambucos y pasillos fue en verdad escritor, bardo y poeta que dió inspiración a nuestros músicos y cantores y arrancó notas a los tiples y guitarras de bohemios y serenateros.

Mi casta, La Esquina, Compañero, Vecinita, Muchachita Pereirana y muchas canciones más fueron entonces compañeras inseparables de nuestros romances juveniles, y lo seguirán siendo por siempre en nuestros corazones y en nuestros sentimientos pereiranos.

A quién de nosotros no se le eriza la piel, cuando lejos de esta tierra, escuchamos las notas de “La Ruana”?. Se despierta el arraigo y el sentimiento pereirano. Se arruga nuestro corazón y anhelamos entonces sucumbir a la dulce maldición del Padre Cañarte: El que de Pereira se va, a Pereira vuelve.

Este bambuco es y será siempre casi el himno de Pereira.

La historia de nuestro departamento también está ligada eternamente a nuestro poeta. El himno de Risaralda no podía tener otro inspirador que LCG. En él nos describe con deleite como vió la luz nuestro pujante departamento y nos marca el derrotero de lo que lo que debe ser siempre el reto de nuestras gentes y de futuras generaciones:

“Más justicia, más paz, más trabajo, más cultura, más luz y enseñanza, y más leña avivando la lumbre hacendosa de la humilde cabaña, ...” .

Cien años de orgullo pereirano queremos celebrar hoy con todos y cada uno de los risaraldenses.

Gracias

Desde Las Termópilas

DÍA DE LA PEREIRANIDAD

Por Alonso Molina Corrales

Por decisión del Concejo de Pereira, a instancias del alcalde Israel Alberto Londoño Londoño, el 26 de septiembre será de ahora en adelante el “Día de la Pereiranidad”, como un homenaje al poeta Luís Carlos González Mejía, quien nació en esa fecha, hace cien años.

La adopción del día de su cumpleaños como la ocasión propicia para tener presente aquello de la “pereiranidad”, fue una forma de vincularse al centenario del nacimiento del Maestro y se convierte en la oportunidad para fortalecer el calendario, con esos hitos que conectan a la población con la historia, las tradiciones y los valores fundacionales, en momentos en que el crecimiento de la urbe, según dicen algunos, conspira contra la identidad y el civismo.

¿Pero qué es la pereiranidad? ¿Acaso esa palabra existe en el idioma castellano? ¿Acaso sirve para combatir la indiferencia ciudadana propia de los grandes centros urbanos?

Según el Maestro Miguel Álvarez de los Ríos, en un texto que sobre el tema incluyó en el libro “Pereira, la fuerza de una raza”, la pereiranidad es “…un compuesto psicológico a base de elementos telúricos, históricos y sentimentales. Es una pasión y, por consiguiente, algunas veces exacerbada”. El escritor explica en la publicación citada, que el pereirano ama a Pereira y cultiva la pereiranidad, porque se considera un pedazo palpitante de su entraña.

Sin importar que no exista en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la palabra pereiranidad, creo yo, describe un sentimiento de adhesión al terruño, que experimentan los nacidos en él y los vinculados a su devenir cotidiano, de tal forma que su suerte se confunde con la de ellos.

Siendo la pereiranidad un sentimiento edificante, positivo, no puede expresar solamente la relación del raizal con el lugar de nacimiento, pues a veces el sitio del alumbramiento es determinado por el azar y no garantiza los lazos que generan el compromiso afectivo y cívico.

Por lo tanto, la palabra describe el sentimiento de gratitud que profesan los pereiranos por nacimiento comprometidos con la ciudad que los cuida y los inmigrantes, que unimos nuestra suerte a la suya, como una respuesta a la generosidad con que la urbe nos acogió y apoyó.

En ese sentido, recavar en el término pereiranidad es útil en la construcción de la identidad que se diluye en las ciudades en crecimiento, pues la simbiosis establecida entre la urbe y sus habitantes, se fundamenta en una especie de contrato, una relación benéfica de doble vía, donde ambas parten ganan y como consecuencia, genera sentimientos de adhesión y gratitud, cuyo conjunto se describe, precisamente, con la palabra que nos ocupa en este texto.

La pereiranidad es la identidad construida alrededor de la búsqueda de un futuro mejor. La pereiranidad es disposición cívica que mantiene alerta a los pereiranos raizales y adoptivos, listos para trabajar como un solo cuerpo en pro de los altos intereses de Pereira. La pereiranidad es la actitud de los pereiranos por convicción.

Viernes, 26 de septiembre de 2008.

Desde Las Termópilas

APUNTES PARA EL SESQUICENTENARIO DE PEREIRA
Por Alonso Molina Corrales

La celebración del Sesquicentenario de la fundación de Pereira, que lidera el alcalde Israel Alberto Londoño Londoño y coordina el ex mandatario Gustavo Orozco Restrepo, es una gran oportunidad para acelerar, articular y potenciar el curso de procesos y proyectos que son verdaderos hitos urbanos; incluir iniciativas nuevas, promocionar la ciudad en los ámbitos nacional e internacional para todos los fines y, sobre todo, adelantar un proceso de reflexión estratégica sobre el futuro que queremos para la capital de Risaralda.
Por eso es importante que los líderes del proyecto, hayan incluido dos términos que le deben dar a la celebración, unas dimensiones insospechadas: “Visión de ciudad” y “propósito colectivo”.
La primera, según los prospectivistas y planificadores, es un sueño con un término establecido y se trata de la ciudad imaginada por alguien de manera individual o por un grupo de personas naturales o jurídicas, unidas por intereses comunes. En lo que corresponde a Pereira, estoy seguro que cada ciudadano o al menos, cada agremiación o sector, tiene una visión de urbe en la cabeza; una “ciudad de sus sueños” que, incluso, puede antagonizar con elementos de lo imaginado por el otro o los otros.
Aquí es donde empieza a jugar el segundo término. Propósito es una meta, una cima por coronar, un proyecto por ejecutar, una razón para hacer cosas, y cuando decimos que es colectivo, estamos planteando que debe ser compartido con y por los demás. Si se trata del propósito de toda una ciudad, esa tarea propuesta deberá ser un compromiso de sus estamentos sin distingos e incluso, el denominador común que puede unir a sus ciudadanos, por encima de las naturales diferencias, durante los próximos cincuenta años.
La búsqueda de una visión que sea el propósito colectivo de las generaciones de pereiranos raizales y por convicción que compartimos éste tiempo y espacio, implicará, entonces, no solo el ejercicio de los técnicos de las universidades y las agencias oficiales y privadas especialistas en la planeación. También exige la apertura de un dialogo abierto con esa Pereira profunda, incluso marginal, que espera ser tenida en cuenta, más allá del asistencialismo; que desea compartir la forma como se ha relacionado con dentro de su entorno y la manera como se interpreta, como parte de un todo que es la ciudad en términos holísticos.
La celebración del Sesquicentenario deberá tener diversas dimensiones, que confluyen en el reconocimiento que la ciudad tiene de sí misma y el crédito que le concede a sus propias ilusiones.
Deberá ser el espacio para recordar, para agradecer, para honrarnos a nosotros mismos a través de la exaltación de los conciudadanos meritorios; es el espacio para reconocernos, para establecer lo que hoy somos como conglomerado social, gracias a la revisión de la historia; es el espacio para reflexionar sobre el futuro, entendido como visión, e identificar cuáles caminos son los que se deben recorrer para hacer que éste se haga presente, y es el espacio para ponernos de acuerdo sobre la forma como tendremos que hacer ese tránsito, fortalecidos por el sueño común y engrandecidos por las particularidades que nos diferencian.
El Sesquicentenario podrá ser un poderoso ícono que nos aglutine, un gran pretexto para la acción venidera y ambiciosa, tal como lo fue en su momento la organización del Centenario en 1963.
Con la celebración del Centenario, Colombia fue notificada de que los pereiranos creían que su ciudad tenía un destino manifiesto y que lucharían para hacerlo posible y a fe que lo hicieron.
Ahora, el turno es para la clase dirigente actual y estamos dispuestos a contribuir en ese gran propósito de hacer del Sesquicentenario, una coyuntura crucial para el futuro de Pereira.

Viernes, 12 de septiembre de 2008.

Desde Las Termópilas

ECOS DE UN FORO

Por Alonso Molina Corrales

Por iniciativa de la mesa directiva del Concejo de Pereira, se efectuó un foro sobre movilidad, con la participación de expertos en el tema a nivel nacional y la intervención de algunos de los ediles, profesionales en la materia y voceros comunitarios.

Gracias a ese ejercicio, que debemos agradecer, hoy el término “movilidad” tiene mayor claridad, pues sabemos de su condición de derecho fundamental, de su naturaleza holística por las diversas dimensiones que lo componen, de la multiplicidad de actores involucrados y del elevado número de problemas que se deben superar para decir que en Pereira, las condiciones que la hacen posible, tienen plena vigencia.

La descongestión de las vías, saturadas por el creciente parque automotor, es tan solo una expresión de una compleja problemática que tiene que ver con la forma como nos relacionamos con la ciudad y su capacidad de inclusión social y de aseguramiento del bienestar para quienes la habitamos.

En ese sentido, considero un gran avance para Pereira, entender que la movilidad la determinará el uso adecuado del espacio público, la infraestructura adecuada, la articulación intermodal, la preservación del medio ambiente, tarifas económicas y la comodidad y el buen servicio para los usuarios del transporte público, sin distingo de estrato.

En lo que respecta a Pereira, alcanzar la movilidad implica un reto que tiene que ver con la incorporación del Megabus al imaginario de ciudad, gracias a su capacidad de ser un verdadero sistema integrado de transporte, a su contribución al mejoramiento de las condiciones de vida de los usuarios y a su condición de eje estructurante de la ciudad del futuro, pensada como el espacio de privilegio para los viandantes, en ejercicio de sus derechos fundamentales.

Por esa razón creo que, aunque no debemos eludir la discusión sobre los problemas inherentes a la planeación y puesta en funcionamiento del sistema, nuestra condición de pioneros en el tema, en el ámbito de las urbes intermedias, nos obliga a mirar a Megabus como una gran oportunidad de generar desarrollo urbano y bienestar.

Ninguna reflexión estratégica sobre la ciudad, podrá excluir a Megabus como un elemento articulador, que si bien hoy puede parecer un objeto extraño y controversial, mañana será la columna vertebral alrededor de la cual crezca armónicamente la Pereira de nuestros sueños.

Antes de hacer la pausa que exige el espacio y advirtiendo que el dialogo sobre la materia debe seguir, debo celebrar el esfuerzo de la mesa directiva del Concejo de Pereira, al convocar los foros mencionados arriba, pues reivindican al cabildo como el recinto de las grandes discusiones sobre los más importante temas, en concordancia con su condición de cuerpo de representación popular.
Viernes, 5 de septiembres de 2008.