EL FUTURO DE LOS CONCEJOS
Por Alonso Molina Corrales
En esta semana, por iniciativa del concejal Jaime Arango, se dio al interior del cabildo local un debate con televisión abordo, denominado “¿Es eficiente el Concejo de Pereira?; prueba de la preocupación que genera en sus integrantes, las reales posibilidades que la institución y sus servidores tienen para satisfacer las expectativas de los votantes y de la ciudadanía en general y del talante responsable de los corporados.
En esta semana, por iniciativa del concejal Jaime Arango, se dio al interior del cabildo local un debate con televisión abordo, denominado “¿Es eficiente el Concejo de Pereira?; prueba de la preocupación que genera en sus integrantes, las reales posibilidades que la institución y sus servidores tienen para satisfacer las expectativas de los votantes y de la ciudadanía en general y del talante responsable de los corporados.
En lo que a mí respecta, cuando acepté la postulación como candidato al Concejo de Pereira, sabía de antemano que esa institución, al igual que la figura del municipio, estaba en la mitad de una gran lucha que terminará cuando se imponga la visión descentralista de los constituyentes de 1991 o la capitalina y decimonónica, de quienes han liderado en los últimos años el desmonte de la Constitución vigente e insisten en que debe haber un solo centro de impulsión política en la fría Bogotá.
De la prevalencia de una u otra, depende el futuro de los municipios y la forma como estos ajustarán sus estructuras a las necesidades y objetivos propios de cada modelo y esto incluye, claro está, a los concejos.
Si es en un Estado con los conflictos de ordenamiento territorial resueltos y sus entidades territoriales autónomas y fuertes, el papel de las corporaciones administrativas será preponderante por su origen popular, por su representatividad y la necesidad de un control político eficaz. Pero si volvemos a la Colombia confesional de Rafael Núñez, los municipios serán simples ejecutores de las políticas de gobiernos distantes y prepotentes y en ellos se reproducirán las mismas relaciones de sujeción de las demás ramas del poder público al ejecutivo presidencialista, cuando hablemos de la forma como se articulan los alcaldes con los Concejos.
Por esa razón, quienes sueñan con Concejos poderosos y soberanos en sus iniciativas, deben saber que en las elecciones del 2010, el país estará tomando decisiones que pueden contribuir a la vigencia del Estado Social de Derecho o a la consolidación de unas instituciones avasalladas por un súper presidente, que a imagen y semejanza de los reyes, resuelve todo y está en todas partes, pasando por encima de la autonomía de las provincias, convirtiendo a los alcaldes en sus subalternos y a los Concejos en un decorado inútil y costoso.