REFLEXIONES SOBRE UNA LOCOMOTORA
Por Alonso Molina Corrales
El tema de la minería como “locomotora” de la economía colombiana y en particular la coyuntura que vive Risaralda y el municipio de Quinchía, nos plantean interrogantes sobre cómo debemos concebir esa actividad de extracción, lo que esperamos de ella en términos de desarrollo económico y social y lo que estaremos dispuestos a sacrificar desde la perspectiva ambiental, social y cultural.
Los antecedentes históricos nos advierten de los peligros de las bonanzas basadas en el posicionamiento de algún recurso natural en los mercados internacionales y asumidas con euforia de carnaval. El oro y la plata precolombina, el tabaco, la quina, el caucho y el banano, precipitaron sobre regiones marginadas una avalancha de riqueza que les pasó por encima y de largo, degradó su sistema de valores y sus estilos de vida y los dejó sumidos en una pobreza material y espiritual aún mayor. Muchos de los capítulos más lúcidos y evocadores de nuestra realidad en la literatura colombiana y latinoamericana, se refirieron a esas experiencias vividas por muchos pueblos del sub continente .
Incluso el café, con su huella civilizadora en extensas regiones de Colombia, puede ser recordado en sus mejores épocas, como una prosperidad que no se pudo perpetuar ante la incapacidad de asumir el control de la cadena productiva de un gran negocio. Los execrables indicadores de desarrollo humano, la postración de la economía y los altos índices de desempleo y de necesidades básicas insatisfechas, describen situaciones similares a las vividas por las regiones por donde pasó el vendaval de una bonanza.
Visiones encontradas
A nivel global y en la actualidad, debemos reconocer el antagonismo entre dos modelos de explotación minera. El que podríamos llamar tradicional, donde convive la extracción intensiva y la artesanal y dentro de la cual también medran los empresarios de la delincuencia organizada. El otro, fue impuesto después de muchos años y conflictos en Escandinavia, Canadá y Australia, donde la extracción se desarrolla apalancada en su gran capital humano y sujeta a marcos regulatorios capaces de garantizar sostenibilidad ambiental, encadenamientos productivos locales y oportunidades de desarrollo económico y social para las comunidades intervenidas .
Contrario a los que se ha hecho hasta el momento en el país y en sintonía con amplios estamentos ciudadanos, que se oponen a una explotación minera sin límites, ni consideraciones, y que rechaza las licencias ambientales en zonas protegidas , nuestra apuesta debe ser por el segundo modelo, así la locomotora del presidente Santos deba reducir un poco su velocidad. La riqueza natural que logremos preservar en esta etapa y dentro de ese esquema de intervención, se traducirá en la posesión de bienes y servicios ambientales cada vez más apetecidos y costoso en un futuro global incierto .
Por la sostenibilidad socio ambiental
No insistir en esto, sería contentarnos con una actividad extractiva expansiva y descontrolada, con un aparato institucional incapaz de garantizar la sostenibilidad ambiental, el encadenamiento productivo y la redistribución de la riqueza en las zonas de explotación como el caso de Quinchía. Sería permitir la multiplicación de los conflictos sociales, ambientales y económicos existentes, sin esperar impactos positivos en la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.
Y es que es esto último lo que deberíamos esperar de una bonanza minera en Quinchía y Risaralda. Más empleo y bien pagado; el sector agropecuario fortalecido por un creciente flujo de dinero y en crecimiento gracias a los excedentes de la extracción del oro, que debería contribuir también a agregar valor a los producido por los campesinos; una minería artesanal respetuosa de la normatividad y del ambiente, encadenada con los orfebres que exportan joyas de clase mundial y una institucionalidad que pueda mitigar los efectos colaterales negativos de la minería y adelantar las obras de infraestructura requeridas para la competitividad.
El coletazo negativo
En lo que toca a Quinchía, ya se siente la cuota inicial del coletazo minero, con un incremento en el valor de los inmuebles y de los arrendamientos del orden del 20 % y una escalada de la tarifa del transporte rural del 30% . Las situaciones descritas, junto con el previsible incremento de la prostitución y el alcoholismo, el ingreso de mayor número de menores al trabajo informal y la consiguiente deserción escolar, la carestía de los productos de la canasta familiar y la influencia de las organizaciones criminales con su estela de violencia, constituyen los efectos colaterales negativos de un modelo de minería sin controles. Si vinculamos lo anterior al hecho de que en el mencionado municipio, de cada 100 habitantes 34 tienen sus necesidades básicas sin satisfacer y de que por cada 100 quinchieños 10 vivan en la miseria, tendremos que aceptar que el panorama no es prometedor .
Un paisaje como el descrito, es el costo que se podría pagar en lo social por una prosperidad mentirosa. Las fuentes de agua afectadas en cantidad y calidad, con un riesgo alto para la salud humana; la pérdida de biodiversidad, afectación de causes y de aguas subterráneas, conflictos por usos de agua y suelo e incremento de la vulnerabilidad asociada al cambio climático, serían los costos a cancelar en lo social .
Un proyecto inter institucional
Como se ve, en términos ambientales y sociales los costos pueden ser grandes, pero existe la oportunidad y la obligación trabajar por una minería responsable en todo los ámbitos. La Carder, la Gobernación de Risaralda, el Comité Departamental de Cafeteros y el Ciebreg, en compañía de la Alcaldía de Quinchía y las asociaciones de mineros y orfebres, han formulado el proyecto Minería Responsable y Sostenibilidad Socio Ambiental: Proyecto Piloto Municipio de Quinchía, Risaralda, que con la financiación de las empresas mineras de la zona, el gobierno del Canadá, la cooperación internacional y recursos públicos territoriales y nacionales, permitirá un ordenamiento socio ambiental de la actividad minera, a través del fortalecimiento de la cadena de valor de esa actividad, el apoyo a la producción agropecuaria y la sostenibilidad ambiental de las cuencas abastecedoras de agua. Propone como ente rector del proyecto una Mesa Departamental de Minería, con comisiones de trabajo sobre ordenamiento minero, desarrollo económico local, sostenibilidad ambiental y estrategias transversales. Se resalta el énfasis en el encadenamiento de la minería local y asociada con los talleres de orfebrería .
La ejecución de ese proyecto sería un gran paso hacia la mitigación de los impactos negativos de la actividad minera, pero se deben procurar acciones de diverso nivel para garantizar el mayor aprovechamiento de la bonanza en Quinchía.
Acciones en otros niveles
Dentro del marco generado por el Plan Regional de Competitividad, que demanda pertinencia entre la oferta educativa y las realidades socio económicas del entorno, es indispensable formular y ejecutar una estrategia que garantice la transferencia de las tecnologías mineras, la capacitación del recursos humano y la apertura de oportunidades para que los habitantes de Quinchía puedan beneficiarse de cualquiera de los eslabones de la cadena productiva en cuestión.
Aprovechando la discusión para la expedición de un nuevo código minero, se debería empoderar a los alcaldes para expedir medidas de control de los precios para combatir la inflación, que es el impuesto de los pobres; darle un tratamiento especial a los mineros artesanales, diferenciándolos de los ilegales e introducir la ancestralidad como un criterio para la expedición de los títulos mineros .
Otro aspecto vital, es garantizar que el comercio del oro sea referenciado en Risaralda, para que las regalías lleguen al departamento y a los municipios productores. En la actualidad, el oro se vende en las sucursales del Banco de la República ubicadas en Cali y Medellín y no existen mecanismos para que consigne la verdadera procedencia del metal. Es urgente, cambiar el procedimiento o promover la instalación de una oficina del Emisor en el departamento de Risaralda.
Así se inicia una reflexión signada por el deseo de contribuir a un mejor aprovechamiento de la bonanza minera.
Pereira, miércoles 6 de junio de 2012