viernes, julio 03, 2009

Desde Las Termópilas

ENTRE WASHINGTON Y URIBE ESTÁ GAVIRIA
Por Alonso Molina Corrales
La foto parecía mandada hacer a propósito. Barak Obama al lado del Presidente Uribe, con una pintura del General George Washington detrás, fue la composición que ilustró esta semana, la nota periodística sobre la alusión que el mandatario estadounidense le hizo al nuestro, en torno al tema de la reelección y la grandeza de los verdaderos estadistas.

“Nuestra experiencia en Estados Unidos es que dos periodos presidenciales funcionan, y que usualmente, después de ocho años, el pueblo americano quiere un cambio…”, le dijo Obama a Uribe; para luego agregar ante la prensa internacional que “…una de las cosas que han hecho de George Washington nuestro presidente más admirado, no fue sólo el hecho de que fundó este país sino que, habiendo podido ser presidente de por vida, escogió dejar el poder. Eso sentó un precedente”.
No se por qué el episodio me hace acordar de aquella frase que dice: “Quien no conoce la historia está condenado a repetirla” o, agrego yo, a cargar con un veredicto condenatorio por toda la eternidad.
Y no es que sea necesario remitirse hasta el ejemplo de Lucio Quincio Cincinato (519 a.C.- 439 a.C.); el patricio que fue varias veces elegido dictador por el Senado para salvar a la antigua Roma y que en cada ocasión regresó a sus labores de labriego, luego de cumplir las tareas de la magistratura con lujo de detalles; para buscar ejemplo de virtud republicana y desapego al mando.
El propio Simón Bolívar en 1830, se desprendió de las facultades omnímodas del dictador, para dar paso a una institucionalidad que consideraba débil para el reto de hacer de la Gran Colombia una gran nación. Con la desaparición física del caraqueño, el escenario neogranadino era del General Francisco de Paula Santander, quien a pesar de dictar su propia Constitución Política, no pretendió perpetuarse en la Presidencia, como habrían querido muchos de sus áulicos.
Alfonso López Pumarejo, en nombre de la llamada República Liberal, efectuó profundas reformas a la Constitución de 1886 durante sus dos períodos presidenciales, más nunca se le ocurrió introducir ajustes que le aseguraran la permanencia en el Palacio de la Carrera más allá de las reglas pactadas y a pesar del enorme apoyo de las masas populares, que se consideraban redimidas por su acción revolucionaria.
Pero para no ir más lejos, debo hablar del más ilustre de los pereiranos, el ex presidente César Gaviria Trujillo, quien garantizó el ascenso de una nueva institucionalidad al dar vía libre a los trabajos de la Asamblea Nacional Constituyente en 1991. Con una popularidad que superaba el 70%, el mandatario no cayó en la tentación de introducir la reelección inmediata a su favor y demostró su respeto por la independencia de los constituyentes delegatarios, cuando estos decidieron proscribir la mencionada figura del ordenamiento jurídico colombiano.
Eso se llama grandeza y crece, cuando concluimos que el mandatario, sin pensar en sus propias conveniencias políticas, dejó que todos los estamentos de la Nación se expresaran sin cortapisas, ni condicionamientos, durante el proceso de formación de la nueva ley de leyes.
Nuestro pasado ejemplariza; esta lleno de modelos de grandeza. ¿Será que el actual inquilino de la Casa de Nariño, solo lee los episodios históricos que le convienen?

1 comentario:

Humberto Tobón dijo...

Alonso, un atento saludo. Muy buena su columna. En lo que discrepo es que el señor César Gaviria sea el “más ilustre de los pereiranos”. Evidentemente es quien más lejos ha llegado en la función pública a nivel nacional, pero que muy pocas huellas ha dejado en el desarrollo de Risaralda, lo cual lo convierte en un personaje destacado pero no distinguido, ni insigne y, tal vez, tampoco digno. Un abrazo. Humberto Tobón