lunes, julio 31, 2006

El Correo #24


Pereira, Julio 21 de 2006

Apuntes del Editor

Don Manuel García, el fotógrafo de Pereira:
GRACIAS POR HABERLE PUESTO IMAGENES A LA NOSTALGIA

La semana anterior, murió en Pereira a los 93 años, Don Manuel García, quien fuera el más importante fotógrafo de la ciudad. Su lente captó la parábola rutilante que llevó a una aldea a convertirse en lo que es hoy: el epicentro de la más promisoria ciudad región de Colombia.

En agosto de 2005, fue galardonado con el Premio a la Vida y Obra de un Periodista, en el marco del VI Premio Regional de Periodismo Hernán Castaño Hincapié. El jurado de entonces dijo de Don Manuel: “La historia de Pereira y de sus habitantes está narrada bellamente por las cámaras de Manuel, plasmando en cada acontecer los progresos, fracasos, angustias y alegrías de una región enriquecida por la generosidad de su Creador y de sus gentes”.

Para quienes aprendimos la historia de nuestra tierra adoptiva, en los textos de Hugo Ángel, Euclides Jaramillo, Luís Carlos González y Ricardo Sánchez, entre otros y “velamos nuestras armas” al son de los bambucos desvelados de El Páramo, Don Manuel García llenó de imágenes esa nostalgia que tomamos prestada y que hoy nos convierte en pereiranos por convicción. Paz en su tumba.
BAGATELAS
Periodismo para la memoria

Por Alonso Molina Corrales

La frustración generada por el carácter restringido de nuestra democracia; la permanente vigencia del Estado de Sitio, que recortaba las garantías políticas y civiles; la pobreza que, como una condena inapelable e imprescriptible, sumía desde siempre en la desesperación a la mayor parte de la población; el crecimiento de los grupos armados al margen de la ley, la corrupción administrativa a todo nivel y el posicionamiento del narcotráfico como cultura y alternativa de vida para los marginados y desadaptados, confluyeron exacerbados a finales de los ochenta y determinaron una de las más graves crisis políticas y sociales en la historia de Colombia.

El cadáver abaleado de Luís Carlos Galán Sarmiento parecía ser la representación de los despojos de nuestra nación, sitiada por las peores plagas y asfixiada en la propia estrechez de sus instituciones.

Para quienes la búsqueda de un país más justo y democrático pasaba por la reforma integral de sus instituciones políticas, a través de cambios radicales en la Constitución vigente desde 1886, la gran talanquera no solo estaba representada por un Congreso reacio a introducir modificaciones en la Carta Superior, que según ella era el único autorizado para transformarla. También la Corte Suprema de Justicia se había opuesto a cualquier reforma tramitada por fuera de ese dispendioso camino.

Los intentos por cambiar la carta, adelantados en los gobiernos de los presidentes Alfonso López Michelsen y Julio César Turbay Ayala, fueron declarados inexequibles por el alto tribunal, haciendo gala de su adhesión a eso que en Colombia llamamos la juridicidad. Los magistrados insistían en que la Constitución solo podía ser reformada a través de un trámite especial al interior del Congreso de la República, donde estaban los más feroces defensores de un statu quo que les beneficiaba.

Pero para comienzos del decenio del noventa, las lacras que minaban el camino de la nación colombiana – en especial el deterioro del orden público - llevaron a que se experimentara un cambio en la posición de la mayoría de los estamentos sociales, al cual no fueron ajenos los dirigentes políticos y los integrantes de las altas cortes.

Así fue como la Corte Suprema de Justicia admitió que era consecuente con el Estado de Sitio vigente, el decreto 927 del 1990, que autorizó a la ciudadanía expresar en las elecciones presidenciales del 27 de mayo de ese año, si estaba de acuerdo con la convocatoria de una Asamblea Nacional Constitucional. Posteriormente, declaró exequible el decreto 1926 del 24 de agosto de 1990, por medio del cual el Presidente César Gaviria Trujillo convocó para la conformación de la mencionada corporación.

Al cabo de años de frustración, el cuerpo social en su conjunto - incluidos los sacerdotes del altar de los incisos - dio muestras de imaginación, consecuencia y voluntad política para salir del atolladero. Una especie de iluminación colectiva nos llevó a embarcarnos en esta aventura que aún no termina: la construcción de un Estado Social de Derecho.


La Columna de Marulo

PEREIRA OLFATEADA

Por: Edison Marulanda Peña
Dedicado a Jean Baptiste Grenouille

Cuando se conoce una ciudad –en este caso el conocimiento es una condición para quererla- uno debería ser capaz de hacer su descripción con los ojos cerrados a partir del olfato, con esa precisión del ritual de los amantes.

¿Qué olor(es) tiene Pereira? Propongo un recorrido diferente por su geografía humana y física desde el sentido del olfato, por medio de un cuestionario.

1. ¿Qué olor tiene la ciudad al despertarse? 2. ¿Es la noche pereirana pródiga en olores, además de serlo en sonidos gracias a la proliferación de bares para jóvenes y de casinos donde los adultos liberan adrenalina o aplazan el encuentro con la soledad desnuda? 3. ¿Cuál es el olor del Estadio Hernán Ramírez Villegas cuando no hay temporada de fútbol? 4. ¿A qué huelen los hombres y las mujeres antes y después de la infidelidad? 5. ¿Estaría completo el paisaje de la carrera séptima si desaparecieran los olores y la fiesta multicolor de los puestos de frutas?

Para conocer a qué huele la vida de la mayoría de la población, no hay una manera más adecuada que trabajar de funcionario con la misión de atender a los ciudadanos, detrás de una ventanilla, una caja registradora, un mostrador, una taquilla.

6. ¿A qué huelen las telas, con su diversidad de texturas y la recreación de los colores, en los almacenes de la carrera octava? 7. ¿Podría ignorar el aroma penetrante que despiden los Cafés del centro y la pulpa del café natural en las fincas? 8. ¿Huelen las feministas pereiranas la discriminación y los conflictos de género con olfato más entrenado que el de los “líderes de opinión” que guardan silencio?

9. ¿Le huele bien que suene el teléfono del apartamento, contesta y se trata de una grabación con la voz de la gerente de Telefónica de Pereira-EPM, diciéndole que tiene un plan preferencial que puede consultar, pero a usted y a mí nos huele a que es parte de una estrategia para posicionar “otro producto”, su candidatura no anunciada a la alcaldía?

10. ¿Es filósofo y se queja porque le impide pensar el fuerte olor de feromonas que hay los viernes desde las 4:00 p.m.? 11. ¿Disfruta el olor de los puestos de chorizos del Lago Uribe Uribe o protesta cada vez que transita por el lugar aduciendo que “esa fetidez” es un atentado más grave que el colesterol, porque una noche cualquiera derribará a San Antonio María Claret fatigado de otear el parque desde la cúpula?

12. ¿Cómo huele la tristeza de un niño desplazado que duerme a la intemperie sobre un andén de la sexta? 13. ¿Cuál es su olor favorito? 14. ¿Sabe si tiene una neurosis o una obsesión con el olor de las manos y, además, es recaudador de impuestos?

15. ¿Es un adulto que reniega de la rinitis crónica que le acabó el olfato político y por esta razón votó por Ernesto Zuluaga o Iván Marulanda?

Pereira, que tiene imaginario femenino, debe saber que en el juego de la seducción y, después, durante la convivencia, un olor vale más que mil imágenes. ¡Y no hay que ser otorrinolaringólogo para descubrirlo!


AGRADEZCO EL REENVIO DE ESTE MATERIAL Y LA PRESENTACIÓN DE NUEVOS CORRESPONSALES. TAMBIEN ESPERO COMENTARIOS Y APORTES PARA ENRIQUECER ESTE CORREO Y ESTE DIÁLOGO.

alonsomolinacorrales@yahoo.com

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