viernes, junio 02, 2006

El Correo #18

Pereira, Junio 2 de 2006 # 18

BAGATELAS*
Periodismo para la memoria

Por Alonso Molina Corrales

Como si descubrieran un mal presagio, los liberales adictos a la historia recordaron que el 26 de mayo de 1900, el ejército que ese partido había armado para derrocar la hegemonía conservadora instalada en el poder desde la época de la Regeneración de Núñez, fue derrotado calamitosamente por las fuerzas del gobierno en la batalla de Palonegro, en Santander, pese a que cinco meses atrás, en la acción bélica de Peralonso, la total desbandada fue de las huestes legitimistas.

Por una de esas decisiones que definen la suerte de los pueblos y hacen pensar en la fatalidad, el comandante general del ejercito liberal, el Generalísimo Gabriel Vargas Santos, resolvió no perseguir al enemigo destrozado en Peralonso, ni emprender el camino a Bogotá, con lo cual hubiera sellado, a favor de los rojos, la victoria y le hubiera ahorrado al país, los tres largos y sangrientos años de la conocida Guerra de los Mil Días.

Con la derrota de los liberales en Palonegro, no solo se prolongó la guerra civil, sino que también se afianzó el conservatismo en el poder y se esfumaron las posibilidades de que figuras de la oposición accedieran a puestos de comando.

Del mismo modo, al ser derrotado el liberalismo, en lo que sería su última intentona militar, fue vencida también el ala belicista de esa formación, que al ser mayoría y encarnar la nostalgia las épocas del Olimpo Radical y la Constitución de Rionegro, embarcó repetidamente a la colectividad en guerras desesperanzadas .

Los generales y coroneles se hicieron a un lado y ascendieron a los puestos de comando partidista los civilistas, que archivaron la agenda militar y se dedicaron a minar al régimen conservador, aferrado a las tradiciones e instituciones coloniales que Colombia no pudo eliminar con su independencia política de España.

Aprovechando las contradicciones propias de quienes ejercen el poder en forma omnímoda, la nueva dirigencia se probó en posiciones marginales ofrecidas por el régimen para contemporizar con la oposición, ganaron terreno en la contienda electoral y pericia en el manejo de los asuntos públicos, hasta que, finalmente, en 1930, ascendieron al poder con la bandera de la Concentración Nacional, que reunió a godos moderados y liberales, en torno a la candidatura presidencial del liberal republicano Enrique Olaya Herrera.

El de esas primeras tres décadas del siglo XX, era un partido liberal apaleado por el fracaso militar, pero firme en sus convicciones ideológicas, apuntalado en una doctrina marginada de cualquier negociación, que hacía las veces de faro orientador en el camino hacia la realización su vocación de poder, su voluntad de mandar para imponer el modelo de país por el que habían luchado. Una organización política avocada al cambio por el riesgo de desaparecer materialmente y diluirse en el universo de las ideas.

La estruendosa debacle de Palonegro aplazó por casi treinta años la llegada al poder del liberalismo, pero paradójicamente significó el comienzo de una nueva era, que lo convirtió en una colectividad moderna, capaz de hacer realidad las ilusiones de una nación atrapada en la Colonia.

La revisión de ese episodio de la historia nacional, con todo lo que tiene de pedagógico, debe servir para inspirar al liberalismo en esta difícil hora, cuando el favor popular le ha dado la espalda y se ve lejano el día en que pueda ocupar los puestos de comando de la República.

Ante un futuro incierto, la clave es tener claridad y fe en las convicciones y ser capaces de interpretar los tiempos que corren, a pesar del ruido mediático, la indolencia y la amnesia de las masas. Como siempre, en el pasado están las claves para emprender con paso seguro el futuro.

*”Bagatelas, periodismo para la memoria”, se emite en el boletín cultural de la Emisora Remigio Antonio Cañarte (97.7), los miércoles y viernes a las 5:00 de la tarde.
ECOS DE UNA REELECCION

Una carta para Lina

Por Franklin Molano Gaona

Pereira, junio de 2006

Primera Dama de la Nación
Dra. Lina Moreno
Ilustre señora

Cordial saludo,

Luego de la resaca por el contundente triunfo del señor presidente Álvaro Uribe Vélez, de quien es usted su compañera desde hace más de 20 años, observé con preocupación la foto que al primer mandatario, su vicepresidente, el señor Francisco Santos y a usted, los reporteros gráficos le tomaron la noche del 28 de mayo en un salón del Hotel Tequendama de Bogotá, donde Uribe Vélez pronunció su discurso como presidente reelegido de este país por los siguientes cuatro años.

La imagen es contundente. En primer plano y en el centro, Uribe Vélez, levanta el brazo izquierdo y sonríe de satisfacción. Al lado derecho de la foto, aparece Santos, quien luce una sonrisa flamante que invade la imagen y un poco más atrás, esta usted, doña Lina, quien con los ojos algo cerrados, se recuesta sobre el hombro de uno de sus hijos en señal de pesar y de soledad.

Señora mía, desde la distancia le confieso, que la foto me causó escalofrío, me quitó el sueño y de inmediato medité acerca de usted. Por lo que he leído, sé que es una mujer discreta, que su origen humilde pero de gran linaje, la ubican como una mujer conservadora, tímida y doméstica. Sé además de su disciplina por la literatura, los gestos altruistas, las reuniones familiares y de pocos amigos y su gusto por la sencillez.

Estoy seguro, altísima señora, que esa sed de poder, que esa noche transpiró su compañero de alcoba y que se siente cada vez que Uribe Vélez encabeza un consejo comunitario, no es de su agrado, que a diferencia de sus antecesoras, Nora Puyana y Ana Milena Muñoz, a usted le fastidia aparecer en noticieros, asistir a cócteles y ser el centro de atracción en las reuniones.

Agrego, que le despierta malestar que el reelecto presidente salga de su habitación a eso de las 3:00 de la mañana o antes para cuadrar la agenda del día y que sean las 11:20 de la noche y aún no asome por la recamara. Afirmo además que no se siente acogida por la frialdad y la desolación que producen los pasillos del Palacio de Nariño y por ese protocolo, a veces innecesario, de los uniformados del Guardia Presidencial que custodian la enorme mansión.

Pero lo que más me llamó la atención fue su mirada casi perdida que las cámaras alcanzaron a registrar. Se siente su profunda desazón al ver que su cónyuge siga en el poder y lo que es peor, sea usted la elegida para continuar en ese abandono que implica estar al frente, en particular de los destinos de esta Nación.

Créame y se lo digo de corazón, que entendí la imagen de los periódicos, donde usted en medio de ese silencio lapidario, lo que quiere es gritar que no aguanta más, que quisiera volver a su finca en Antioquia, donde se siente el olor a granos de café, no hay celulares, se camina descalzo por los corredores y se puede cabalgar en medio de una tarde primaveral. ¿O no es así?

Por eso señora Lina, desde esta tierra cálida y hospitalaria, me atrevo a escribirle, con el fin de comunicarle mi fervoroso deseo para que se ‘fresquee’, y acoja mi invitación para que se sacuda de ese tedio y se escape un par de días a Pereira.

Tranquila. Piense las cosas con calma. No traiga mucho equipaje. Basta con un morral en la espalda. Salga como cualquier visitante y diríjase hacia Pereira.

Imagínese. Los primeros días, caminatas por el centro de la ciudad, con rápidas estaciones en puestos esquineros de venta de chontaduro y aborrajado. Luego visita a los centros comerciales. Allí compra de jeans, camisetas manga sisa y unas sandalias muy ligeras.

Otro día, cine en el Borges y luego tertulia a cerca de la película. También está la opción de los restaurantes. Bandeja paisa con chicharrón, carne molida, plátano y huevo frito. ¡Estoy seguro que extraña ese manjar! De postre, visita a la Lucerna. Un rico helado de durazno con crema chantillí por encima y para terminar, café liofilizado del Chinchiná, delicioso ¿cierto?.

El fin de semana es efervescente. El jueves podemos abrir la noche en un casino. Son magníficos. ¡Qué tal la ruleta o una mano de cartas! El viernes caemos Donde Fabián. Cervecita, tangos, boleros y música de los años 60’s. O dónde Olmedo, esquinero bar donde se escucha desde Mozart, Julio Jaramillo hasta Olimpo Cárdenas. En ambos lugares pueden estar: Bayona, Molina, Parra, Marulanda, Álvarez, Gómez, Gil Montoya, Camacho, Ruiz y Henao, excelentes conversadores que le sacarán más de una risa y le provocarán gratos momentos. Se va a divertir.

Me atrevo a predecir que por su vida ermitaña en Palacio y esa lejanía notoria de esposo, querrá desahogarse. Que de usted quiere salir ese volcán inactivo guardado desde hace varios años. Pues vamos a Zuka. Orquesta, ron en cantidades, videos y hombres que le despertarán la líbido.

Pero si el ambiente está ‘pesado’, camine para la Sonora Ponceña. Salsero lugar de negritudes donde se sentirá cómoda. Allí suena el timbal de Tito Puente, la voz de Héctor Lavoe y la gente castiga la baldosa al ritmo de Celia Cruz. El sitio la hará erizar.

El sábado puede hundir el acelerador. El destino es La Badea. Discotecas de toda clase. Desde la más extravagante hasta la más sobria. En estos lugares circula el vicio y verá mujeres con tetas y nalgas operadas. Pero la rumba es candela.

A eso de las 4:00 de la madrugada dejaremos el estridente ruido y descendemos hacia el centro de la ciudad hasta llegar al Páramo. Legendario lugar donde el bambuco, el pasillo y la nostalgia son amenizados por tríos de cuerdas, compuestos por octogenarios hombres, que reviven con destreza a los maestros de la poesía, Luis Carlos González y José Macias. Aquí se canta, se boga aguardiente y se recita.

El domingo y abatida de tanto frenesí, la calma se recupera con un buen calentado acompañado de refajo, y en horas de tarde, vístase de amarillo y acompañe al Deportivo Pereira que esta metido en la pelea por el título del fútbol colombiano.

El lunes es el retorno. Le aconsejo mejor, llegar un poquito antes que su marido. Está bien a eso de las 10:00 de la noche. Como deduzco que la pareja presidencial duerme dándose la espada y que guardan una especial distancia entre los dos, apenas él ingrese y la salude, dígale que encima del nochero hay para él unos ricos turrones. Luego haga lo que usted sabe hacer, cierre los ojos y encónchese en su sueño.

Atentamente,

Franklin Molano Gaona

LA COLUMNA DE MARULO

El debate de cultura ciudadana: Propuesta para repensar un tema

Por: Edison Marulanda Peña *

Cuando se plantea “Pensar y sentir la ciudad”, se trata de convertirla en tema de reflexión de muchos impregnándolo de sensibilidad; es crear escenarios para la deliberación ciudadana y el debate público acerca de un modelo de ciudad incluyente, por ejemplo. Donde puedan participar: la sociedad civil, voceros de todas las culturas, los gremios económicos, la academia, las autoridades, los medios de comunicación, los reinsertados al ordenamiento legal y voceros de quienes están privados de la libertad.

Un ejercicio de esta naturaleza, buscaría un primer consenso sobre la agenda pública. Sería un paso significativo hacia el reconocimiento de la pluralidad, el multiculturalismo y los conflictos que están transformando la vida de Pereira.

En esta ciudad la opinión pública y la sociedad civil son tan débiles que parecen desterradas al desierto de los conceptos incomprendidos. Tal debilidad aparece en una realidad signada por la dominación de la esfera estatal, que a su vez refleja la actitud hegemónica del poder político. El poder ideológico se ha desdibujado y el poder económico sólo vela por sus intereses. Así las cosas, no opera el sistema de peso y contrapeso de modo eficaz.

El panorama desconcierta aún más al observar el desinterés por “lo público” y la confusión con lo estatal. Se percibe en la precariedad del control social, la inexistencia del debate, la reducida presencia de movimientos sociales y los medios de información no le apuestan al periodismo público.

En resumen, una ciudadanía pasiva. Desconectada de los temas importantes, vacilante ante el reto de construir una sociedad más democrática, que entendería que la existencia de elecciones periódicas –libertad política- no es razón suficiente para mejorar la calidad de la democracia.

Se necesita una ciudadanía fuerte, capaz de hacer consensos sobre una “ética de mínimos” en torno del respeto de la vida, los derechos fundamentales, la práctica de la solidaridad y cómo hacer viable una vida digna (tocando el tema de las oportunidades). Cuando los ciudadanos participan en la deliberación y las decisiones no sólo se gana legitimidad, sino un sentimiento de pertenencia hacia los acuerdos y las reglas. No se desconoce la complejidad de este proceso ni sus retos a la creatividad y la imaginación.

De ahí surgirían las bases de una política pública de convivencia. Una política estatal no seduce.

La claridad conceptual
No deben confundirse los conceptos: educación ciudadana, ciudadanía activa, cultura urbana, lo público y lo estatal, por parte de la Administración Municipal. Sin desconocer que en algunos servidores públicos existe buena voluntad y estudian los temas. Una prueba de la comprensión limitada de lo público es que en el Comité Directivo de Cultura Ciudadana –según la respuesta a un derecho de petición- no aparece la sociedad civil organizada, la academia y demás sectores sociales. Lo que existe es un grupo de funcionarios, titulares o sus delegados, del Gobierno y el comando de Policía.

Hay que emanciparse del prejuicio y la desconfianza. De lo que se trata es que todos, sociedad civil, gobierno y academia cooperemos en la búsqueda de soluciones adecuadas, en las que prevalezca el interés general.

Leyendo el “Diagnóstico de la Cultura Ciudadana en Pereira” (la encuesta hecha por la Universidad Nacional), uno se topa con que el Marco teórico son apenas 2 hojas y media, en un documento de 253; que en un pié de página se admite que “fue tomado literalmente de un documento preliminar elaborado por el profesor Antanas Mockus para la Guía práctica de cultura ciudadana que un equipo de la U. Nacional, conformado por Paul Bromberg, Rocío Londoño, Efraín Sánchez, Claudia Peñaranda y Carolina Castro, elaboró mediante un convenio con el PNUD” (p. 20). La profesora Rocío Londoño, fue la directora de la asesoría contratada por la alcaldía de Pereira. El enfoque conceptual -dos páginas-, ignora la distinción entre seguridad ciudadana y seguridad pública, y hay una omisión increíble: no está el concepto de ciudadanía, que es fundamental para interpretar los resultados o averiguar por el sentido de ésta.

El OBJETIVO(S) del programa Pereira ConVida tiene una incoherencia protuberante. “Mejorar la calidad de vida de los habitantes del Municipio. Disminuir los índices de pobreza y desigualdad social -el subrayado es mío-. Mejorar la seguridad y las relaciones de convivencia. Disminuir muertes violentas, delitos de alto impacto e inseguridad que padecen numerosos hogares pereiranos”. No hay unidad de materia, porque “disminuir los índices de pobreza y desigualdad social” es algo muy loable si está en una política social del eje “Pereira incluye” del Plan de Desarrollo, pero no en cultura ciudadana. ¿No es como confundir California con fornicar en Cali? Y las últimas palabras “hogares pereiranos”, ¿no tiene un tufillo excluyente con los hogares de los no nacidos aquí, de tantos inmigrantes y refugiados que aportan? Hay que aprender a escribir textos inteligibles para poder comunicarse.

La propuesta
Por estas y otras “imprecisiones” es pertinente hacer una revisión seria, repensar el enfoque teórico y el conceptual del programa adoptado “literalmente” de Bogotá. Un hallazgo importante podría ser el descubrir que se necesita un OBSERVATORIO DE CULTURA –las culturas, en el sentido amplio de la UNESCO y la antropología- y no un Observatorio de Cultura Ciudadana. La conformación del primero, con un grupo interdisciplinario permanente, requeriría una reestructuración del Instituto de Cultura de Pereira.

Observación y describir (etnografía) y luego interpretar (hermenéutica) los tipos de relaciones que se dan entre las partes del todo. Lo que hasta el momento se viene haciendo es mirar “una parte”, Pereira, escindida del todo que es el Área Metropolitana Centro Occidente; persistir en esta concepción sería como tratar de solucionar un efecto negativo, las violencias, sin tratar de manera profunda sus causas. Saber qué somos para acertar en el cómo podremos vivir juntos, sin negar las diferencias y sin matarnos por ellas. ¿Se está considerando que la consulta popular sobre el porte de armas se haga simultáneamente en Pereira, Dosquebradas y La Virginia, es decir, el área metropolitana?

La crítica, esa incomprendida
De otra parte, la comprensión de la crítica como ejercicio útil y necesario, es algo que identifica a los demócratas auténticos; ella mide también el grado de madurez y la salud de una democracia. La crítica es una manifestación de una de las formas imprescindibles de libertad: la libertad de pensamiento.

A quien se le confían tareas en el Estado está expuesto al libre examen de sus decisiones y actos, de igual modo al control social que la Constitución Política entrega a los ciudadanos. Sin este elemento de una ciudadanía activa la democracia participativa sería mera retórica.

La opinión de quien critica no es verdadera ni falsa, es un punto de vista, una mirada particular que ayuda a la problematización de un tema, a veces a conocer la otra cara de la moneda (a propósito de “las imprecisiones” que se me atribuyen en el artículo anterior. Acepto mi equivocación en el caso de Medellín, pero me ratifico en lo demás con los argumentos expuestos).

El diálogo de Platón “Apología de Sócrates”, narra el juicio en el que fue condenado a muerte el Maestro por la mayoría de un jurado, adversaria de sus enseñanzas: la libertad de pensamiento, la discusión crítica de las ideas morales y una concepción religiosa distinta, pilares de una nueva educación de los jóvenes de Atenas. Afirma Sócrates, “Soy como el tábano que Dios ha puesto sobre esta ciudad y todo el día y en todo lugar siempre estoy yo aguijoneándoos, despertándoos y persuadiéndoos y reprochándoos. No encontraréis fácilmente otro como yo y por eso os aconsejo absolverme (…)”.

Para concluir, ¿Cuál es la ciudad que sueñan los pereiranos y los inmigrantes que viven aquí? ¿Se han brindado espacios y mecanismos para la participación de los ciudadanos en las decisiones de temas que nos conciernen como la renovación urbana, el Megabus, la protección del patrimonio cultural tangible e intangible?

Son preguntas que no debe desconocer un ciudadano que demande otro ejercicio de la política, más incluyente y menos hegemónico.

Esta es la propuesta, que convoca al gobierno local, a todos los que no tienen voz y a diversos actores sociales para pensar y sentir la ciudad.

Profesor universitario, escritor, columnista y melómano.
[1] Norberto Bobbio entiende por relación de poder aquella en la cual un sujeto condiciona y en tal sentido hace no-libre el comportamiento de otro; añade la distinción de las formas de poder precisando los medios de tal condicionamiento: a) las ideas, los ideales, las concepciones del mundo (poder ideológico); b) la posesión de la riqueza (poder económico); c) la posesión de la fuerza (poder político). Estos “corresponden a las tres estructuras de poder que se encuentran en todas las sociedades, o sea, el sistema cultural, el sistema de producción y el sistema político.” (Bobbio, 1993, p.p. 133-134).


EL SUEÑO EN VIGILIA

Diccionario de la Irreal Academia de la Lengua Viperina

Por Álvaro Camacho Andrade


Granola: Tsunami
Imputado: Enojado
Molécula: Gran estructura que no sirve para nada
Patina: Jabón espumoso
Patino: Nada para ti
Pentagramas: Cinco jardines con césped
Polvorería: Motel
Recuerdo: Muy razonable
Remache: En Argentina solicitarle al remero que trabaje-
Remontadora: Proceder continuo de la mujer después del primer año de casada
Retirada: Prostituta
Solitaria: Carcajéese usted sola


AGRADEZCO EL REENVIO DE ESTE MATERIAL Y LA PRESENTACIÓN DE NUEVOS CORRESPONSALES. TAMBIEN ESPERO COMENTARIOS Y APORTES PARA ENRIQUECER ESTE CORREO Y ESTE DIÁLOGO.

alonsomolinacorrales@yahoo.com

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