jueves, mayo 25, 2006

El Correo #17

Pereira, mayo 25 de 2006 # 17

LAS PREGUNTAS QUE DEBEMOS HACERNOS ANTES DE ENTRAR AL CUBÍCULO EN LAS ELECCIONES DE ESTE DOMINGO

Antes de entrar al cubículo donde depositará su voto, le recomendamos que tape sus oídos para aislarse del ruido producido por la algarabía mediática y ser consciente de que lo de éste domingo 28 de mayo es mucho más importante que sentirse ganador y que por eso es valido pensar en sus propios intereses, que al fin y al cabo, deben ser los mismo del Estado colombiano.

Una vez recobre su capacidad de actuar de acuerdo a sus propias convicciones y la autoestima haya regresado, es necesario que se formule algunas preguntas cuyas respuestas, expresadas por su propia mente y sin alzar la voz, servirán para guiarlo en la tarea de elegir al próximo presidente de los colombianos. Ahí van:

- ¿Durante los últimos cuatro años aumentó la ración de carne que consume su familia a la semana?
- ¿Si hubiera tenido finca, la podría haber visitado durante este último cuatrienio?
- ¿Entre 2002 y 2004 compró finca? ¿Cuántas?
- ¿Si en estos cuatro años de gobierno nacional dejó de ser desempleado, fue por qué se colocó o se cansó de buscar puesto?
- ¿Con lo que gana actualmente puede comprar más cosas?
- ¿Su EPS dejó de darle Ibuprofeno y Ranitidina para todas sus enfermedades? ¿No tuvo que “entutelar” para lograr la atención médica adecuada?
- ¿Puede pagar los servicios públicos sin tener que echarle mano a la plata del mercado?
- ¿Sus hijos se benefician de una educación gratuita en su totalidad?
- ¿Las viviendas que se le ofrece a los sectores medios y populares son fáciles de adquirir y acordes con el derecho a una vida digna?

Seguramente, al terminar de contestar el cuestionario, aún no tendrá claro por quien votar, pero al menos si sabrá por quien no hacerlo y es su derecho actuar en consecuencia, pues es su bienestar y el de su familia el que está en juego.

Que el Dios de Colombia nos ilumine.


BAGATELAS*
Periodismo para la memoria

Por Alonso Molina Corrales

El Libertador Simón Bolívar manifestó en uno de sus célebres documentos, que el mejor sistema de gobierno era aquel capaz de garantizar el mayor nivel de felicidad al pueblo.

Ya por entonces, los filósofos de distintas épocas habían tratado de definir cuál era el alcance de esa felicidad que debía ser garantizada por los gobiernos, a los habitantes del territorio sobre el cual ejercían su poder. De acuerdo a los paradigmas de cada Era, los objetivos de esa pesada estructura jurídica que es el Estado, se ajustaban o cambiaban en forma radical, sobre el lomo de sangrientas revoluciones.

En la coyuntura que le correspondió vivir a Bolívar, el paradigma impuesto era el que animaba la existencia del Estado conocido como Demoliberal, máxima creación de las revoluciones burguesas del siglo XVIII, cuyo papel se limitaba a ser un simple gendarme; es decir, proteger la vida, honra y bienes de los asociados y defender la integridad territorial. Todo lo demás era de la órbita privada y sujeto a las fluctuantes leyes de la oferta y la demanda.

Como hijo de la Ilustración, el Libertador recogió las instituciones características de ese tipo de Estado y propuso otras – controvertibles y controversiales -, orientadas a erigir a la igualdad, como el valor supremo del Estado-Nación que tendría que fundarse en la América Meridional y que implicaba una lucha titánica contra los privilegios de castas seculares y la discriminación y miseria de indios, negros y mestizos.

Lamentablemente, Bolívar no lo logró crear en Suramérica un Estado capaz de garantizar la mayor felicidad a su pueblo, como tampoco lo alcanzaron en otras latitudes los capitalistas de la revolución industrial, ni los intervencionistas post segunda guerra mundial, ni los del socialismo histórico pro-soviético o pro-chino.

Ninguno pudo brindar en forma simultánea y equilibrada, las condiciones materiales y los estímulos con los que se edifican vidas dignas y en libertad o lo que con una sola palabra podríamos llamar felicidad; aquella que existe cuando “tengo lo que tengo que tener”, según lo canta Pablo Milanés.

Por eso, para los tecnócratas y los políticos, escépticos o cínicos, la palabra felicidad es etérea, no es viable o al menos, está pasada de moda y entonces entendemos porque ahora, la política y las elecciones son temas que se pueden resolver sin debatir los asuntos de fondo, los de importancia, los que tienen que ver con el bienestar de la gente. No son prioridad en la agenda de los asuntos públicos.

Pero eso es falso, es una mentira perversa, orientada a que seamos esclavos de nuestras propias cadenas mentales y espirituales y no soñemos, no pensemos en que un mundo mejor es posible; una farsa dirigida a que seamos carne electoral, validando con nuestra participación hueca, un statu quo triste, mezquino, desesperanzado.

Contra lo anterior, debemos llenar de sentido la realización de nuestros derechos políticos, con la convicción de que los ejercemos en el marco de un Estado Social de Derecho que tiene como fin, garantizar la felicidad ciudadana y que, en consecuencia, sus conductores deberán ser aquellos comprometidos de palabra y obra con esa meta suprema.

Por eso, los invito a que este 28 de mayo de 2006, en la soledad del cubículo electoral, venzamos el pesimismo y dejemos a un lado la algarabía proselitista, para votar con la consciencia de que somos capaces de construir nuestra felicidad en forma colectiva. No votemos por cansancio o embotamiento. Aislemos las sensaciones y dejemos que la razón hable.

*”Bagatelas, periodismo para la memoria”, se emite en el boletín cultural de la Emisora Remigio Antonio Cañarte (97.7), los miércoles y viernes a las 5:00 de la tarde.

La columna de Marulo

JUÁN NICOLÁS ESTELA:
“Realmente yo me casé con La chica del billete”

Por: Édison Marulanda Peña
Primero busca un cigarrillo y lo enciende, al tiempo que pide a la recepcionista del hotel Comercio Plaza un cenicero. La mujer, de nombre Isabel y que no supera los 25 años de edad, va por éste y luego se acerca a la poltrona que está en el corredor del alojamiento para dárselo, donde ya se ha sentado él y su interlocutor que viene a escarbar en sus vivencias.

La joven seguramente no sabe que esas manos largas que le han recibido el objeto de cristal grueso, en los años 60 pulsaban con fervor la guitarra eléctrica puntera de Los Yetis, un grupo de Medellín del que también era su primera voz; y hasta tenían la bendición de Gonzalo Arango, el profeta del Nadaismo, -una vanguardia literaria con textos irreverentes y escándalos premeditados para provocar a los adultos mojigatos y atraerse el interés de la prensa- les entregó letras como “Llegaron los peluqueros”.

Juan Nicolás sabe que aún le falta una cerveza fría para estar plácido y comenzar un recorrido mental por su vida de músico, de la que se retiró prematuramente. Y prematuro fue su comienzo a los 15 años, grabando con el sello Zeida un sencillo, “Mary Isabel”, original de Leo Dan. Pero en este hotel no hay boato y una cerveza helada parece un lujo que no se aprueba.

Me invita a acompañarlo en la búsqueda. El sitio más cercano es una taberna en el vértice del edificio Centro del Comercio y regresamos al segundo piso con dos “Costeñas” destapadas. El mito que se ha encargado de condenar el cigarrillo y los líquidos fríos como enemigos del cuidado de la voz de quien canta, es locutor o predicador, queda destruido por este hombre descomplicado que el 12 de octubre cumplirá 58 años.

No aflora en su actitud serena y acogedora una señal del sinsabor o la frustración que debe quedar en el cantante, por el hecho que al “Concierto de Luna llena”, la noche del viernes en la confortable sala del Centro Cultural Lucy Tejada, con 396 sillas, sólo hubieran asistido 49 personas. En el mismo escenario también cantaron Darío José, que dobló en los dos temas más conocidos desde cuando grabó con CBS en los 80, y Martín Córdoba, quien apenas comienza y al que la emoción le partió la voz cuando interpretó su único éxito, “Gracias mamá”, porque evocó a su madre ausente.

Si, es aquel Juan Nicolás Estela que en 1965 tuvo su primer hit en las emisoras musicales del país, “El llavero y mi corazón”, un twist de estribillo pegajoso, cuando tenía 17 años; él mismo que compartió coliseos y estadios repletos, sonido y luces con figuras de la Nueva Ola como Enrique Guzmán, César Costa y sus coetáneos colombianos de Juventud Moderna, el Club del Clan y el Club de la Juventud. Estela, que viene de una familia taurina del Valle del Cauca, también sabe torear el fracaso y es un reincidente que se ha casado cuatro veces (su tío-abuelo Pepe Estela, vivió 98 años y fue el dueño de la ganadería Ambaló).

Hablando de familia, al preguntarle por antecedentes musicales revela que es una herencia que viene de ambas ramas.

Su padre se marchó muy joven a los Estados Unidos, donde se ganaba la vida cantando en cabarets. Al salir de uno de estos sitios, varios uniformados lo obligaron a subir a un camión del ejército. Los Estados Unidos acaban de entrar en guerra contra el Eje y usted queda reclutado para defender la democracia y la libertad, le dijeron.

El apenas pudo decir que era ciudadano colombiano y no quería participar en la guerra. Lo increparon a que regresara de inmediato a su país, pero él se negó y finalmente resultó haciendo parte de las fuerzas de combate en la invasión de Normandía. Se llamaba igual que su hijo, Juan Nicolás, al que jamás pudo escuchar cantando, porque murió cuando el niño tenía 3 años.

Su madre toca bien el piano. Al quedar viuda decide casarse de nuevo. Entonces el primogénito nacido en Cali, que había cursado la educación básica en el encopetado colegio Berchmans, donde tuvo de compañero de clase durante cinco años a Harold Orozco –el cantautor de “Destino la ciudad”, grabada en 13 idiomas- es enviado a Medellín a vivir con los abuelos. Ahí comienza a cantar en fiestas juveniles y su relación con la guitarra. En primer año de bachillerato en el Instituto Jorge Robledo, su compañero de pupitre del lado izquierdo es un niño malgeniado de nombre Álvaro Uribe Vélez. Se ha confirmado que es la única vez en que Uribe ha estado a la “izquierda”.

En Medellín recibe clases de un veterano compositor, Carlos Washington Andrade, una de las primeras guitarras de Los Trovadores del Cuyo. Aprende a sacar sonidos de las cuerdas, mientras que los estudios de piano y acordeón en el conservatorio quedan truncados por su indisciplina y pereza.

En la fiesta de una quinceañera, el padre de la muchacha se interesa en su voz fresca y ofrece conectarlo con la empresa de discos de un amigo.

Pasa la prueba en el estudio y aceptan prensarle, para comenzar, dos sencillos de 78 RPM. Y el éxito enorme del segundo, “El llavero y mi corazón”, original del argentino Kike Martino, hace que decidan grabarle un disco larga duración, LD.

Por cada canción grabada de este LD le pagan cinco pesos ($5.00). Alcanzaba para salir con la novia a cine el fin de semana, comprar helados, comer algo y pagar los taxis de regreso a casa, recuerda mientras libera el humo del cigarro hacia un lado y apura lo poco que hay de la cerveza.

La carátula es una foto en colores. Hay un amplio antejardín de una vivienda campestre con un paisaje de montañas, árboles y bouganvilleas exhibiendo sus flores lilas; en primer plano un automóvil convertible de color amarillo pollito con las puertas abiertas. En un lado, de pies en el piso del carro, está el cantante de rostro imberbe, cabello corto peinado de copete; y al otro costado tres muchachas que lo observan, lucen los peinados, el maquillaje y la ropa muy colorida a la usanza. Y con letras en tinta azul, en grandes caracteres, en la parte superior esta su nombre, JUAN NICOLÁS ESTELA.

Al respaldo del mismo cartón pero en blanco y negro, puede leerse en la parte inferior un texto sin firma. Recoge los rasgos y preferencias de los jóvenes de los 60, que marcaban rupturas de todo tipo. De los seis párrafos, se diría que el tercero es el más contundente.

“(…) Los jóvenes que nacieron a partir de 1945, al adquirir conciencia lanzaron una airada protesta contra el estilo literario y musical que estaba en boga en los años 40. Ellos, los jóvenes, crearon su propia forma de expresión: una literatura nada almibarada, un acento que está más cerca del desconcierto que de la alegría y el dolor. Es…la `Nueva Ola`. La nueva ola que nada quiere saber de los sollozos del bolero ni de las nostalgias del tango arrabalero”, es una declaración de la nueva actitud que se asume desde el arte.

Menciona con mayúscula los géneros que los cautivan: “Es el Rock and roll, el Slow, el Twist, la Bossa Nova. Todo aquello que en música y palabras parece traducir un estado de ánimo, de rebeldía, una inestabilidad y un temor hacia el futuro. La voz quebrada del enamorado de ayer ha sido reemplazada por la euforia del alarido (…)”. Los tres párrafos restantes son para ensalzar el talento descubierto y describir los títulos del LD.

Cuando está concluyendo la grabación del segundo álbum en Zeida un sello de Codiscos, hay una llamada de Discos Fuentes. Le ofrecen un contrato de exclusividad por dos años y pagarle $10.000 por cada LD. “Eso era mucha plata. En aquel tiempo un carrito costaba cinco o seis mil pesos. De inmediato acepté”, recuerda Juan Nicolás.

Ya tiene 19 años y es una figura con éxitos como La chica del billete, Comprensión, La escoba, Calla, Enamorada de un amigo mío, Ojitos negros, Mi compañera de clase, Tus 16 años... Va a Cali a un concierto en donde sucede algo inesperado. Conoce una jovencita, Ana María, de la cual se enamora sin remedio y decide mandar la carrera p`al carajo, porque siento que no puedo vivir sin ella en otra ciudad. Cumplo lo que falta del contrato con Fuentes y nos casamos a escondidas en Medellín.

Su padre, Álvaro Molina Hurtado, un hombre muy adinerado de una familia con 14 haciendas, dice que como me robé el corazón de su hija quiere premiarme y escoja qué quiero hacer. “Si desea estudiar una carrera profesional –me dice que él en su vida sólo sabe dos cosas: cortar caña y contar vacas- puede elegir cualquier universidad del mundo”. Y yo decidí Publicidad y Mercadeo en la Universidad de la Florida.

Realmente yo me casé con la chica del billete, dos años después de haber compuesto la canción. Fue como una premonición.

La vida imita al arte, solía decir Oscar Wilde.

EL SUEÑO EN VIGILIA

PARNASO 2046

Por Franklin Molano Gaona

-¿Oye, cómo te pareció el crimen a Liliana Gaviria Trujillo? Irrumpió una voz metálica que llegó al oído del teléfono de Jorge.

La llamada le revolvió lo más profundo de su conciencia, que lo dejó de una sola pieza y en medio del asombro respondió con un titubeo:

-Controvertido…Se ve que quienes la querían secuestrar eran novatos. Lo que le tocó hacer a Uribe, fue moverse rápido y mandar a capturar al primero que encontraran. El operativo ha sido todo un montaje… Pero… eres tu Lucía. Dijo Jorge.

-Si, estoy de regreso por unos días. Quiero que nos veamos y nos tomemos algo, ¿puedes?

Jorge dijo un seco si, colgó y se recostó sobre su cama, donde recordó como esta mujer que se asomaba a los 35 años, le había regalado un par de años atrás una edición ochentera de Historias de Cronopios y de Famas, donde ella misma le había marcado con un separador el texto:

“Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío.
Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae.
Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós”.

Acordaron verse en el Parnaso, amplio y reconocido bar del centro de Pereira, donde concurren estudiantes y parejas que se dan citan en el lugar para disfrutar de una bebida e intentar hablar en medio del estridente rock. Jorge no quería ir al sitio, pero Lucía insistió.

-Que tus alumnos sepan que eres también un hombre, que sale de noche, que se ríe, que se emborracha, que también siente….y a veces llora, le dijo Lucía a Jorge, minutos antes de cruzar el largo pasillo del Parnaso.

Jorge orientaba una cátedra en la única facultad de Comunicación Social y Periodismo que existía en la ciudad y sabía que decenas de sus alumnos frecuentaban el Parnaso.

Ambos llegaron el lugar. Los recibió Fito Páez. Lucía iba adelante de Jorge y a los dos les tocó caminar hasta el final de la casona en busca de una mesa. Los lugares estaban ocupados. Lucía dio media vuelta y regresó casi hasta la puerta del bar. Allí, al fin, había una mesa vacía donde se pudieron sentar.

-Por favor, dos cervezas bien frías, le pidió Lucia al mesero. Entonces ha sido una farsa la captura de los asesinos en el caso de Liliana Gaviria….

-Es claro. Eran aprendices que dejaron las pistas a la luz pública y las personas capturadas no han tenido nada que ver con el crimen. Resultados apresurados a pocos días de la primera vuelta presidencial, Uribe no podía poner en riesgo su plan bandera, la Seguridad Democrática, explicó Jorge.

Lucía interrumpió la explicación de Jorge y le dijo casi de manera atropellada:
-Vine por ti. Vámonos de regreso a Medellín, a la ciudad del tango, de la industria, de la moda… allí también hay facultades de comunicación y puedes dictar clase.

Jorge guardó silencio, se empujó un sorbo largo de cerveza, empuñó una de sus manos por debajo de la mesa y con la voz cortada le dijo a Lucía:

- ! Ironías de la vida! Me cansé de enviarte mensajes a tu correo electrónico para pedirte lo mismo. Lucía, te recuerdo que en Manizales viviste con Álvaro, tu jefe inmediato. Un día fui a visitarte y me llevaste a Juan Sebastián Bar. Se te notaba la lástima y la forma nauseabunda que te producía mi compañía. Ese día casi te mueres. Otro día me insististe que fuera para que saliéramos. Me llevaste a un bar donde te cambiaste de mesa y terminaste de fiesta con unos amigos. Tu borrachera fue tal, que terminamos en el apartamento de uno de ellos, donde me tocó darte un caldo y llevarte cargada hasta el apartamento. En Pereira sucedió algo igual. Te invité a Britania y terminaste bailando con gente de otra mesa y fumando marihuana… Ahora me llamas y vienes a decirme que nos vayamos… Vete al carajo
.
-Pues vete tu primero. Vete a la mierda tú y cómete toda la mierda que hay en el planeta, dijo enfurecida Lucía, quien recibió un saludo de alguien que la distrajo por segundos. Jorge aprovechó el encuentro para levantarse de la mesa. Al mirar a la derecha, se encontró con Antonio Colombo, discípulo de Jorge, quien había demostrado su interés por la narrativa periodística. Se dieron la mano, cruzaron uno o dos comentarios y quedaron de hablar minutos más tarde.

Lucía, un poco más clamada, pidió otras dos cervezas y volvió a decir:

-Entonces. Camina conmigo. Las cosas volverán a ser como antes. Vuelve, le dijo a Jorge dándole un suave beso cera al labio. Jorge miró a Lucía y le respondió:

-Hablemos sinceramente. Siempre me rechazaste. Me dejaste por otro y siempre fui el segundón. El de turno, con el que te revolcabas cuando tenías tiempo y ganas. Nunca me diste nada. Alguna vez le regalaste a Álvaro un calidoscopio con la leyenda: ‘para Lucía y Álvaro. Que nuestro amor perdure’… Ni un puto favor fuiste capaz de hacerme... Ahora me dices que nos vayamos juntos…

-Deja el pasado atrás, interrumpió sonriente Lucía y volvió a besar a Jorge.

Pero él fue más directo aún:

-Se franca Lucía. Di la verdad. Dime que andas sumergida en ti misma y por eso me buscaste. Todavía crees que estoy desesperado por oír tu voz. Sé sincera. Di lo que de verdad te movió a buscarme, sé real, sé fría y sin miedo a cortar....pero no más con tus rosas al aire....Prefiero esa crudeza tuya. Dime todo ese asco y esas náuseas que sentías por mí....

Lucía guardó silencio y propuso empezar de cero. Pidió una tercera ronda de cervezas y sugirió andar con calma.

Jorge anotó:

-Tanto que jodí para que me amaras sólo a mí. Siempre había uno por delante… Ahora me dices que nos vayamos. Sé sincera. Dime: por qué después de tantos intentos fallidos, ahora cuando más lejos estoy de ti, cuando es imposible que nos veamos, vienes y me buscas. ¿Crees que debo retornar a tu presente? La prueba está en que tuviste que irte a otra parte donde pudieras ser tú. Lucía que irónica es la vida, tanto llamarte y tanto joderte, para ahora volver a tu presente. Eso es mierda, física mierda…

Lucia cerró los ojos y respondió:

-Pues váyase para la mierda y no me joda más. Ella se levantó, tomó su bolso y se marchó. Jorge se quedó un par de segundos en la silla, saboreó con calma su cerveza, pagó la cuenta y cuando salía del bar, se topó de nuevo con Colombo. Jorge sonrió y le dijo con las manos abiertas:

-Todo acabó. ¡Ahora que venga la bendita rumba!

Cuando salía del Parnaso, Jorge se encontró con ‘Galeano’ y ‘Gálvez’, avanzados redactores, también discípulos de Jorge, con quienes compartió un par de minutos en la misma mesa.

‘Galeano’ ha demostrado sus cualidades como escritora de cuentos, ha dado sus puntadas como cronista y descolla con asombro en el tema del cine. Por su parte, Gálvez demostró en su charla dominio por Marcel Proust y Charles Baudelaire. Para Jorge, ambos cuentan con un ego del tamaño del Parnaso, pero eso está bien, de esa vanidad, pensó Jorge, se necesita para salir al otro lado.

Con la charla de ‘Galeano’ y de ‘Gálvez’, Jorge se sacudió de la descarga que había sostenido con Lucía. Pero venía más. Jorge se levantó por minutos de la silla y se internó en el lugar. A pocas mesas de allí, una mujer delgada de cabello negro, ojos grandes y piel blanca, gritó el nombre de Jorge.

Era Paola, una estudiante de tercer año de Derecho de la Universidad Libre de la ciudad. Ambos se habían conocido durante un rápido seminario en esta institución. Jorge se abalanzó sobre ella y la esbelta mujer lo besó en el cuello. Bailaron, bebieron, recordaron viejas épocas, soltaron largas carcajadas y volvieron a beber hasta que él intentó besarla.

-Hazte lejos perro hijo de puta, dijo Paola. Jorge le recordó a Paola que entre ellos siempre había existido ‘algo’, pero ella, le dijo de manera enfática, eso fue antes, ya no.

-Ahora soy como la Ibis de Vargas Vila. Vuelo, camino sola, ando sin pedirle permiso a nadie, me divierto con mi soledad, somos mi soledad y yo, contó Paola.

Mientras hablaban y sonaba algo de Rubén Blades, Jorge paseó su mano por la cara de Paola y cuando sus dedos se asomaron a sus labios, ella le clavó los dientes en uno de sus dedos. Lo mordió hasta sacarle sangre.

-Eso te pasa por meterte con una Ibis. No finjas, quieres comerme y ya. Y yo jamás te lo voy a dar, sentenció Paola. Jorge lanzó un grito, pero la gente estaba hundida en trago y música. Su lamento se perdió entre la gente que coreaba el Ratón de ‘Cheo’ Feliciano. Pero eso no importó, Jorge siguió con Paola y a eso de las 2:30 de la madrugada salieron del lugar. En la calle y con un leve golpe de viento sobre sus rostros, Jorge tomó la mano de Paola y le insistió que se perdieran.

-Soy una Ibis y ando con las demás Ibis. No puedo dejarlas solas. Andamos juntas y a nuestro nido volveremos juntas, explicó Paola.

Jorge no insistió más y cuando se despedían, apareció una de la Ibis. Abrazó a Paola y sin decir mucho la besó en la boca.

-Ves, por eso no me puedo ir, le dijo Paola a Jorge, a quien de inmediato una cascada de imágenes pasaron por su mente, recordado cuando ambos eran estudiantes. Paola tomó la mano de su ‘amiga’ Ibis y se fueron caminando por la carrera sexta con calle 22.

Con la boca abierta y con las manos vacías, Jorge giró su cuerpo y camino hacia su casa. Llegó a eso de las 3:45 de la madrugada y mientras aplicaba algo de alcohol sobre el dedo índice para calmar el ardor de la mordedura de Paola, se refugió en el capítulo 29 de La Rayuela de Cortazar que dice:

“Mi noche triste / me amaste / en lo mejor de mi vida / dejándome el alma herida / y espina en el corazón / sabiendo que te quería / que vos eres mi alegría / mi esperanza y mi ilusión ¿adónde, adónde? En alguna parte del lado de Marly-le-Roi, en total cinco días, no seis, en total seis, en total una semana más o menos, y la pieza todavía helada a pesar de la estufa”.

Fin.
CRÓNICAS Y CRONISTAS

A propósito de la “Semana de la Afrocolombianidad en Cartagena:
NO ENCONTRÉ A BENKOS BIOJÓ EN CARTAGENA

Por Andrés Provi

La historia de Cartagena de Indias es una de las más apasionantes por todo lo que ella encierra. En la época de la colonia se convirtió en el puerto más importante de España en América Latina. La construcción de sus murallas, el Fuerte de San Felipe de Barajas, los fuertes de San Fernando, San José, Pastelillo, entre otros, son el reflejo de una ciudad importante que se construyó para salvaguardar toda la riqueza que la corona española recogía en países americanos y depositaba en esta ciudad para luego enviarla a España.

En la historia de esta ciudad que enamora por sus calles estrechas, sus balcones coloniales, está casi olvidado Benkos Biojó. A mi juicio, la actual Cartagena le rinde tributo a su fundador Pedro de Heredia, a Blas de Lezo Olavarrieta, pero se ha olvidado de este esclavo que se rebeló contra los españoles, contra la Corona Española por sus atropellos, humillaciones y condujo a muchos esclavos a la libertad.

Visitar a Cartagena siempre será motivo para escudriñar su historia, su pasado y eso fue lo que hice una vez más durante un corto descanso que me llevó a visitar al “Corralito de Piedra”.
Cuando visitamos a Cartagena encontramos el monumento a Blas de Lezo en las afueras del Castillo de San Felipe, así mismo, una de las avenidas más importantes que nos lleva del centro de la ciudad a Bocagrande, también lleva su nombre (Avenida Blas de Lezo) y hasta historiadores como Gonzalo Quintero Saravia lo llaman "Don Blas de Lezo - Defensor de Cartagena de Indias" y así se lo han enseñado a las nuevas generaciones, así nos lo enseñaron en el colegio.

Hemos perpetuado para la historia a estos nombres como si estuviéramos en deuda con ellos; pero nos olvidamos de Benkos Biojó. No hay en Cartagena una fundación, una vía, un monumento, un edificio, un parque; algo que le rinda tributo, que recuerde a quien se autoproclamó con justa razón el “Rey del Arcabuco” y quien en desventaja abismal frente a la jerarquizada y poderosa y dominante sociedad española luchó con las uñas por su libertad, por la del resto de los esclavos.

Por ejemplo, Blas de Lezo luchó por defender a Cartagena de la toma de los ingleses que venían comandados por el vicealmirante inglés Edward Vernon en 1737, pero no defendió la ciudad para los cartageneros, sino para la Corona Española, para sus intereses.

Dice el historiador antes citado que “leer esta biografía (la de Blas de Lezo) es revivir los viajes y batallas en los cuales transcurrió la vida de un marino español empeñado en cumplir con su deber y en conquistar glorias para la Corona española…”.

El historiador reconoce la férrea defensa de Blas de Lezo de Cartagena para la Corona y por eso levantamos una estatua en su honor para que todos lo recordemos. Pero la estatua de Benkos Biojó a pesar de que he recorrido a Cartagena de norte a sur y de sur a norte y de este a oeste, yo no la he visto.

Podría alguien decirme entonces que no hay estatuas porque se lleva en el corazón, pero lo cierto es que si alguien nos lleva en el corazón le decimos ¡gracias!, pero al día siguiente nos preguntamos si ya nos olvidó o no. Pero la estatua permanece y cada vez que la vemos nos recuerda al personaje y la perpetuamos en el tiempo y cuando el hijo o el nieto pregunte ¿quién es?, le contaremos la historia y seguramente él hará lo mismo con sus hijos y sus nietos. Es lo menos que se puede hacer.

Benkos Biojó fue traído de Guinea como esclavo a América, a Cartagena por los españoles a finales del siglo 17. Su innata capacidad de liderazgo, su actitud belicosa y su capacidad de influir en su gente lo llevó a luchar por su libertad y la de los esclavos y a ganarse el respeto de ellos y aún de los españoles quienes le temían.

Biojó intentó escaparse tres veces, por lo que fue castigado severamente y obligado a trabajos de remo en las galeras.

Cansado de los castigos y de la humillación de los españoles, decidió fugarse una vez más, tomó a 13 personas de su confianza, a sus hijos, su mujer y emprendió la huida por los pantanos, adentrándose en un paisaje agreste de ciénagas, hasta llegar a los Montes de María.

A pesar de que se organizaron grupos armados de búsqueda para atraparlo, no lo capturaron. Benkos Biojó desde la clandestinidad empezó toda una lucha contra los españoles por la libertad de los esclavos y fundó a San Basilio de Palenque, la primera territorialidad libre en América, a donde empezaron a llegar más y más esclavos que se escapaban.

El rey del Arcabuco inició entonces la guerra cimarrona por la libertad fundando palenques desde Riohacha hasta Zaragoza. La Corona Española ante el fortalecimiento de estos palenques tomó la decisión firmar con Benkos una especie de tregua, en la que le reconocía su libertad y la de los esclavos que se encontraban con él a cambio de no refugiar a más personas y a no hacer alianzas con las potencias extranjeras enemigas de España que podrían aprovechar a los palenques en su contra. Así mismo, se les permitió entrar y salir de la ciudad amurallada.

Benkos luego de acuerdo con los españoles, se paseaba por las calles con cierta arrogancia, altivez, y no era bien visto por los españoles, pues eran una sociedad jerarquizada y no soportaban a un negro tan altivo paseándose por sus narices sin restricción alguna. Una noche cualquiera Biojó fue capturado y llevado a la horca, los españoles no lo soportaron más. Sin embargo, la lucha por la libertad había comenzado hacía mucho tiempo y no tenía reversa.

No estoy en contra de los españoles, pero creo que Benkos Biojó no se merece el olvido de los suyos. Blas de Lezo como Pedro de Heredia, fueron inmortalizados para los cartageneros con sus estatuas, con las calles bautizadas con sus nombres.

Quisiera ver una estatua de Benkos, una casa, una calle, un edificio, un puente, una muralla con su nombre, como homenaje al “Rey del Arcabuco”, al “Rey Negro”, pero he caminado a Cartagena, me he recorrido sus murallas de principio a fin, he recorrido la ciudad vieja, la nueva y no hay nada que le recuerde a su gente que él existió. Me atrevo a decir que ni siquiera en el Parque de los Mártires, aledaño al Muelle de los Pegasos, hay siquiera una figura, un busto que nos recuerde a este mártir.

Al menos en la población que él fundó, San Basilio de Palenque, fue erigida allí una estatua polvorienta, mal cuidada, en su honor, pero pareciera que para el resto de la Cartagena, Benkos no existió.

La historiadora Clara Inés Guerreo García recoge en uno de sus trabajos la biografía de Benkos Biojó, para la historia de Colombia, sin embargo, insisto, en Cartagena no hay nada que lo recuerde a él.

Dijo finalmente el historiador Javier Ortiz Cassiani al referirse a Benkos Biojó que “la lucha, la vida y la muerte de Benkos nos recuerda hoy, en pleno siglo XXI, que para la construcción de una verdadera e incluyente memoria nacional necesitamos nutrirnos de la grandeza cotidiana de hombres que murieron mientras buscaban un pequeño espacio bajo el sol”.

Las Viñetas de Verón
PREPARÁNDOSE PARA LA GLOBALIZACIÓN
Por Alberto Verón
Si algo llama mi atención de la comunidad económica europea, es el papel cada vez más fuerte que tiene la idea de comunidad de naciones sobre el mismo territorio europeo. La gente se piensa ya no en términos de nación, sino en términos de región continental. Las fronteras aduaneras y sociales se han levantado por completo, de manera que individuos, mercancías e ilusiones, circulan desde Portugal hasta los límites con Europa oriental. En ese panorama, donde la globalización se materializa, la educación juega un papel definitivo. La educación pública es pujante, las becas para los estudiantes no son una oportunidad escasa sino el pan de cada día. A pesar de todos los problemas que se presenten en la vida cotidiana: los euros que no alcanzan para tanto consumo, el miedo al terrorismo, la Europa occidental diera la impresión de llegar al fín de la historia donde no pasa nada extraordinario en términos de tragedia y donde la gente parece dedicarse a lo que más le gusta: la cultura, el viaje. Entre Madrid y Francia existe todo un corredor cultural que pasa por Bilbao y San Sebastián; lo mismo pasa con ese corredor que une a Sevilla con Lisboa. Sobre estas rutas se levantan colegios y universidades de carácter estatal. Ese tipo de realidad, tan lejana de la nuestra colombiana, es la que buscan los emigrantes que llegan en pateras hasta las costas de Andalucía o por los Pirineos, provenientes de Europa del Este. Pienso también en Colombia donde la educación privada se convirtió en lo normal y aceptable, haciendo de sus usuarios - que terminamos siendo todos - los reproductores de un sistema de injusticia y de diferencias entre los mismos colombianos. Los maestros, adalides de la lucha contra la injusticia han sido estigmatizados, vulnerados, reducidos al silencio de contratos trimestrales y semestrales, mientras que seguimos hundiéndonos en el marasmo de un país aislado, mientras que afuera el mundo cambia y se prepara para la globalización. Pareciera que nuestro destino es el de continuar siendo los colonizados, los objetos sin voz de un mundo que crece y se transforma, mientras nosotros asistimos resignados a la perpetuación de la mentira y al sacrificio nuevas generaciones. Solo un ejemplo: el Consejo Superior de Investigaciones de España es ungigantesco aparato de ciencia que desde Madrid se irriga por toda España. Profesores y estudiantes entregados a la investigación desde la filosofía hasta la física, con el apoyo completo del gobierno. La España de hoy poco tiene que ver con esa escuálida sociedad surgida en los setenta de las cenizas del franquismo. A través del conocimiento se preparan para la globalización. Y nosotros ¿Para qué nos preparamos?. ¡Para la reelección!, me dice al oído una chica bogotana exiliada, con la cual converso en el "Metro".

Diccionario de la Irreal Academia de la Lengua Viperina

Por Álvaro Camacho Andrade

Anticuerpo: Anorexia
Aplomo: Meterse en un tiroteo
Atiborrar: Te olvidaré
Cocada: Regala cocaína
Colinchada: Gran lechuga
Enano: Examen de próstata
Pantaloneta: Uniforme para un grupo separatista español
Porqueriza: Porque quiere, puede y no le da miedo
Postrero: Fabricante de milhojas
Tapizada: Gallina clueca
Templete: Viagra
Tendientes: Ortodoncista








Eventos

Tertulias en vivo

El miércoles 31 de mayo, en el marco de las Tertulias en Vivo de la Emisora Cultural Remigio Antonio Cañarte, a las 6:00 p.m. en el Centro Cultural Lucy Tejada, el escritor y profesor universitario Edison Marulanda Peña – columnista de planta de El Correo – ofrecerá la charla Breve Biografía de un Placer.


AGRADEZCO EL REENVIO DE ESTE MATERIAL Y LA PRESENTACIÓN DE NUEVOS CORRESPONSALES. TAMBIEN ESPERO COMENTARIOS Y APORTES PARA ENRIQUECER ESTE CORREO Y ESTE DIÁLOGO.

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